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De la nueva hornada de títulos del reino nos alegra especialmente el marquesado del Valle de Alcudia, otorgado por don Felipe (que Dios guarde) a Cristina García Rodero, la fotógrafa manchega que mejor ha sabido plasmar la honda poesía que habita en la vieja Hispania. Donde otros, los necios, solo ven atraso y barbarie, García Rodero ha sabido obtener imágenes de una extraña belleza con cierto aire a cuento de hadas, fotografías que dejan al espectador entre eufórico y conmovido. Su libro España oculta, que forma parte de la biblioteca portátil que habría que salvar de una nueva invasión de los vándalos, es el testimonio gráfico de un país donde aún late el corazón carpetovetónico, donde los enanos toreros son seres de mitologías perdidas y los penitentes del agro espectros de una paradójica carnalidad. Sería deseable que, aprovechando el ennoblecimiento de esta artista con aspecto de señora normal, se divulgase aún más este libro fundamental en nuestra historia cultural. En vez de gastarse el dinero público en contentar los caprichos de las tribus descolonizadoras, el Ministerio de Cultura debería dedicar sus subvenciones en hacer de la España oculta un libro tan asequible y popular como El Quijote de Cátedra o Trafalgar de Alianza.
Aunque no venía de la nada (es inevitable pensar en las huellas de José Ortiz Echagüe o Solana), García Rodero fue una auténtica pionera cuando, en 1973, y gracias a una beca de la Fundación March, se echó a los caminos de España en un viaje iniciático y alucinado para captar el alma más auténtica y extraña de la vieja piel de toro. Qué ridículos e inanes resultan esos viajes lowcost de hoy a pseudoparaísos de pulserita al lado de esta aventura de años por las aldeas y despoblados de España, pernoctando en un saco de dormir y fotografiando una raza nacida para el aguafuerte: el travesti, los niños muertos, el cofrade borracho, el confesor improvisado, las viejas devotas, los burros (la más humilde y fiel caballería), el inevitable meón en el viario público, la niña que juega en el cementerio y no sabemos si es ánima aparecida... Mucho le debemos a esta Cristina García Rodero de la España oculta y, aunque después ha viajado y trabajado sobre otros muchos mundos (la India, Georgia...), para nosotros siempre será la incansable reportera de la Iberia más atávica y telúrica. A sus pies, señora marquesa.
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