En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
La nueva Rambla del Deporte es una senda en busca de la gloria cuando se baja, y muchas veces una penitencia dependiendo de donde se haya ido a buscarla. Si a la izquierda o a la derecha.
De la gloria a la tragedia no hay más que un cruce. El que te lleva del Olivo Arena a La Victoria. De la vanguardia de un Palacio de Deportes en consonancia a lo que una capital de provincia debe ser, a un estadio que linda con la tapia de un camposanto.
Y como si estuvieran sepultados, los sueños e ilusiones de los aficionados lagartos sucumben año tras año en una especie de maleficio que cuesta digerir.
En Jaén hay ya más de una generación que ha crecido viendo el fútbol en esta ciudad sumergido en las catacumbas por donde lleva casi una década transitando el Real Jaén.
Uno ha perdido la cuenta de los años que el Real Jaén lleva compitiendo contra equipos que juegan en campos que tienen muy poco lustre. Y para muestra, lo del fin de semana pasado en Torre del Mar.
Pagar 20 o 25 euros por estar de pie, al solano y amontonados los unos y los otros al socaire de un “esto es lo que hay” para la afición visitante.
Por una cuestión, ya de salud social, el Real Jaén debe abandonar un sitio que por su centenaria historia no le corresponde. Y por una sufrida afición que anhela revivir alegrías por la vía del fútbol aunque tenga que hacer kilómetros para ver jugar a los suyos en lugares que son como las plazas de toros de talanqueras y “polvarea”. Los auténticos gaches del fútbol.
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