Foto de niño muerto de hambre

Monticello

28 de julio 2025 - 03:12

En el primero de sus ensayos sobre la fotografía, Susan Sontag concluía que la sobreexposición a las imágenes del horror podía debilitar nuestra conciencia, difuminando la frontera entre aquello que es real y lo que no. Años más tarde, en otro texto canónico, sobre cómo mirar el dolor de los otros, Sontag no lo tenía tan claro y consideraba que del retrato de la atrocidad puede surgir una oportunidad moral para ver. He vuelto a estas páginas al contemplar en la portada de medios como Liberation, Le Monde, The Guardian o del New York Times, las fotografías de niños gazatíes casi exánimes de hambre. Sesenta mil muertos, la mitad mujeres y niños, son las cifras actuales de esta infamia. Pero los números no tienen la fuerza de interpelarnos. Los cien mil muertos de mañana tampoco harán general la conmoción ni provocarán una reflexión en aquellos que tienen coraje para grandes gestos públicos como, por ejemplo, votar a Israel, la única democracia de Oriente Medio, en el festival de Eurovisión. No obstante, una cosa es la fría abstracción de la numerología y otra la presencia de las imágenes. No es la cámara del reportero, sino el smartphone que tiene a mano todo gazatí, el que nos hace llegar una avalancha cotidiana de imágenes con el retrato de una masacre que es de todo menos secreta. Aun así, convertidos en voyeurs de la carnicería, entumecidos ante este excedente digital del horror, resulta difícil no caer por inercia en esa coartada de la irrealidad, del simulacro. Es innegable así la sagacidad de Donald Trump, recurriendo a la IA para recrear una Gaza resort, poniendo en duda el propio estatus de lo real ¿Qué miles de muertos?, nos dice. Aquí no ha pasado nada cierto, porque, entre tanta imagen: ¿Qué es lo real? El viejo periodismo, con el retrato de un niño a punto de morir de hambre en la portada, ha dado una respuesta tímida, pero inapelable, a esta pregunta. Este niño es lo real. Esta sola imagen no impedirá que la única democracia de Oriente Medio siga masacrando, si quiere, las colas del pan y mate, sin mucha oposición, y conforme al deseo de limpieza manifestado por algún ministro de su gobierno, a unos miles de niños como aquel que vemos en la portada. Pero las fotografías, eso sí, nos conceden esa oportunidad moral de la que habla Sontag. Por ejemplo, para reconocer que, frente a los que callamos, espantados por el pogromo criminal de Hamas, llevaban razón quienes, ante los primeros crímenes de guerra perpetrados, advirtieron que no era una acción antiterrorista sino una operación de exterminio lo que se iniciaba.

stats