Viva Franco (Battiato)
Javier González-Cotta
Osborne, el articulista quieto
Esta es una cuestión que ha mandado a eminentes pensadores y teólogos a la enfermería de la plaza. Imposible de resumir plenamente en 2.300 caracteres. Así que vamos a portagayola. El fútbol funciona como una religión. Tiene una liturgia propia, unos ídolos (casi santos), unos principios o creencias, una formación que comparten los iniciados, prometen el cielo o el infierno en 90 minutos (más el alargue), tiene vestimentas diferenciales, y se fundamentan en la fe en el equipo, la esperanza en la victoria y la caridad con los propios, que no con los rivales. A pesar de todo esto, el fútbol incluso puede reforzar a las religiones.
Hasta ahora decir que el fútbol era una religión se ha considerado una herejía. Ya no de hoguera inquisitorial, pero sí una falta de respeto a Dios, como mínimo. Y, sin embargo, ¿qué nos dice la realidad? Los futbolistas a veces rezan, agradecen al cielo los goles y los triunfos. Consideran que Dios les ayuda. Maradona marcó un gol con la mano de Dios. El VAR parece un invento del Maligno, porque han aprendido a manipularlo los del lado oscuro.
Los seguidores del Betis que han viajado a Breslavia han sido peregrinos de Esperanza. No iban a Roma a ver al Papa. Pero han acudido a la patria de san Juan Pablo II con mucha fe. A la espera de que el Espíritu Santo se vistiera de verdiblanco. Todo esto, si se maneja bien y no se confunde lo esencial, no es malo, ayuda a entender la fe como algo que no es cosa de locos.
El papa Francisco era forofo del San Lorenzo de Almagro. El arzobispo Saiz Meneses es simpatizante del FC Barcelona. Los pastores de la Iglesia, como los fieles, suelen ser del club de su infancia. Es una fidelidad que no se pierde. Sabemos que el Betis y el Sevilla han tenido capellanes que eran auténticos forofos. En 2.300 caracteres no se pueden contar esas anécdotas. Pero sí decir que ha sido costumbre que el Betis acuda ante el Señor del Gran Poder y el Sevilla ante la Virgen de los Reyes, a principios de temporada y a ofrecer copas. A pesar de que también hay hermanos del Gran Poder sevillistas y fieles de la Virgen de los Reyes béticos.
En el fútbol tenemos hermanos separados, con otras creencias. Pero, en las finales europeas, toda Sevilla debe ir con el equipo sevillano. Pues esta es la tierra de María Santísima.
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