El futuro cuelga en la pared

Portada del Almanaque de Jaén 2026, de laNeilo.
Portada del Almanaque de Jaén 2026, de laNeilo.

12 de noviembre 2025 - 09:53

Hay veces en que una elección al otro lado del mundo te reconcilia un poco con el mañana. No porque te afecte directamente, sino porque te recuerda que todavía hay lugares —y personas— que creen. La victoria de Zohran Mamdani en Nueva York tuvo algo de eso: de esperanza inesperada, de aire limpio en un tiempo en que la política puede llegar a oler a resignación e inmovilismo. Uno lo ve hablar y siente que quizá el futuro no esté tan lejos, que a lo mejor sigue ahí, esperando a que alguien lo mire sin miedo.

Y luego sales a la calle. Y ves que en el Masymás ya hay polvorones y flores de pascua. Llevan semanas. Convivieron con las calabazas de Halloween y las telarañas falsas. Los turrones llegaron antes que el frío, como si el calendario hubiese tirado la toalla. La Navidad, que antes era una espera, ahora es un decorado permanente. Y todo se adelanta, todo corre. No sé si es cansancio o vértigo, pero hay algo triste en que el tiempo haya dejado de tener estaciones.

Por eso reconforta que todavía haya quien lo mire despacio. La maravillosa ilustradora Nerea Izquierdo, laNeilo, natural de Martos, acaba de sacar sus almanaques para 2026. No lo hace para adelantarse, sino para acompañar al tiempo. Sus calendarios no tienen prisa: están hechos de luz y de cariño, de esa fe pequeña que consiste en pensar que el año que viene puede ser un lugar mejor. En el Almanaque de Jaén 2026, laNeilo ha hecho algo precioso: un homenaje a los comercios y establecimientos de la capital, a los que resisten y a los que forman ya parte de la memoria viva. Mes a mes aparecen nombres que son casi tatuajes sentimentales de ‘Jaén, Jaén’: El Pato Rojo, el Cine Cervantes, La Sultana, la Librería Santo Rosto, Casa Paco, la Cafetería Siena, la Heladería Tentación, Foto Color Jaén, Nude Bistrot, Tejidos El Carmen, Bagá y Furnieles. Es un calendario, sí, pero también una declaración de amor a la ciudad que fue y a la que quiere seguir siendo. En cada acuarela hay una esquina que guarda vida, una historia que no se ha rendido al olvido. Y en el Almanaque Ibérico, el país se despliega en doce postales: Granada, Cádiz, Córdoba, Bilbao, Vigo… Cada mes tiene su rincón, su color, su respiración propia. No hay ansiedad por pasar de página; hay ganas de parar el reloj y quedarse un poco más en cada sitio.

Quizá eso sea lo que quiso decir Eugene Debs, el sindicalista al que citó Zohran Mamdani en su discurso: “Puedo ver el amanecer de un día mejor para la humanidad”. A veces, ese amanecer no es una metáfora. A veces es literal: el sol entrando por una ventana en Jaén, iluminando un calendario con hermosísimas acuarelas que dicen, sin decirlo, que todavía hay motivos para creer en el mañana. El futuro no siempre viene con fuegos artificiales ni con discursos. A veces llega en papel, esperando a que empiece enero. A veces llega colgado en la pared.

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