La Guerra de los Peores

10 de agosto 2025 - 03:10

La precisión guerrera de Israel es nanométrica, en junio mató a nueve científicos iraníes en Teherán que participaban en la carrera atómica del régimen de los ayatolas. A más de 2.000 kilómetros de Tel Aviv los artefactos explosionaron de modo sincronizado para que unos no se pudieran avisar a otros, pero en Gaza los misiles no aciertan a dar con el terrorista en concreto y caen en una escuela cercana, en un hospital anexo, en un iglesia adjunta o junto a un campamento de errantes, las balas también impactan al azar en las colas del hambre, donde todos los días mueren personas al intentar alcanzar los puntos de abastecimiento. Nada es casual, el Gobierno de Netanyahu no es un gabinete de halcones más de la historia bélica de Israel, es un Ejecutivo de fanáticos, ultraortodoxos y mesiánicos cuyo objetivo, casi confeso, es desalojar de Gaza a dos millones de palestinos.

Esta guerra de Israel carece de un nombre poético, no es la del Yon Kipur ni la de los Seis Días, es la de las peores personas. Hamas es un grupo terrorista que desprecia la vida de los gazatíes, los utiliza como mártires para que el sacrificio quede grabado en las siguientes generaciones, su dirección debería haberse marchado a Qatar, después de entregar a los rehenes y dar por acabada una guerra que no ganará. En el Gobierno de Netanyahu hay fanáticos como el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, del Partido Sionista Religioso, que viene anticipando cuál es el plan preconcebido para la Franja: desplazar a los dos millones de palestinos hacia el sur para concentrarlos en un gran campo antes de expulsarlos. El verano pasado aseguró lo siguiente en Cisjordania: “En la realidad mundial actual es imposible hacer la guerra: nadie en el mundo nos dejaría matar de hambre y sed a dos millones de ciudadanos, aunque sea justo y moral hasta que nos devuelvan a nuestros rehenes”.

La última decisión del gabinete de seguridad de Netanyahu es un paso más hacia este objetivo final, se trata de ocupar militarmente la Ciudad de Gaza, al norte de la Franja, y desplazar a un millón de palestinos hasta el sur con la intención de concentrar a toda la población en campamentos controlados por el hambre y la sed. Cuando todo esto ocurra, cuando estos dos millones de personas intenten sobrevivir hacinados en unos pocos kilómetros cuadrados, Netanyahu querrá que los países árabes y la comunidad internacional en general se hagan cargo de ellos, que tengan que decidir si admitirlos en sus países o condenarlos a una muerte lenta.

Es la mayor operación de limpieza étnica jamás transmitida.

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