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El paisaje arbóreo de Sevilla puede asemejarse a una pintura impresionista, donde distintos colores de fantásticas tonalidades elaborados en la mágica paleta de la naturaleza van conformando de modo paulatino una obra viva y dinámica. El fondo del lienzo natural se verá enriquecido en los albores primaverales, después de las dispersas pinceladas amarillas de las mimosas y las rojizas de los ciruelos de Pissard, con los intensos blancos aportados por la floración del árbol por excelencia en la urbe sevillana, el naranjo amargo, que con unos cuarenta y cinco mil ejemplares va tapizando calles, plazas, rotondas y parques. Este espectacular vuelco cromático y de fragancias a orillas del Guadalquivir engalana cada año la ciudad para celebrar sus tradicionales fiestas centenarias. Los blancos o rosados de las robinias, el rosa de los árboles del amor o el azul añil de las melias van sustituyendo poco a poco a los inmaculados azahares y cubren la transición entre la caída de estos y el explosivo renacimiento de los fascinantes malvas de Jacaranda mimosifolia, que dominarán el lienzo vegetal hispalense junto a los poderosos amarillos de las tipuanas hasta los estertores de la primavera.
La jacaranda (el vernáculo jacarandá también lo recoge la RAE) no es sólo un árbol, una planta, es arte en sí misma. Introducir su porte imperial con rotundos trazos malváceos en una pintura es convertirla en protagonista de la obra, un reclamo visual que nos invita a trascender los límites de la tela teñida para profundizar en los misterios de la naturaleza, de la vida y de nosotros mismos. Si existe una creación artística que define bien todo ello y muestra el corazón palpitante de este singular árbol sudamericano, ésa es Bajo la jacaranda de Richard Godfrey Rivers. Este gran paisajista inglés pasó buena parte de su vida en Australia y dentro de su producción destaca sobremanera dicha pintura, donde están representados el propio autor y su esposa Seline Jane Bell tomando el té en el Jardín Botánico de Brisbane a la sombra de una majestuosa jacaranda, la cual, según cuenta la tradición, sería la primera de su especie plantada (1864) en el continente australiano. Una maravillosa imagen de factura impresionista plasmada en 1903 y donde contrastan los exuberantes azules-lilas florales y el llamativo rojo de la sombrilla de Seline sobre un fondo pálido. R. Godfrey Rivers fallecería en Londres en 1925 y su mítico árbol sería derribado varias décadas después por el ciclón acaecido en 1979 en la zona, aunque la mayoría de los especímenes hoy existentes en la capital de Queensland proceden de ancestros obtenidos a través de semillas o esquejes del original que inmortalizara el pintor. Brisbane puede considerarse hermanada con nuestra ciudad desde el punto de vista botánico, pues ambas nos regalan la vista con numerosas jacarandas, incluso las de flores blancas, de las cuales sólo existe en Sevilla la que se erige en los coquetos jardines de la antigua Fábrica de Tabacos.
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