De Leyre a Javier

16 de diciembre 2025 - 03:06

Fue una aventura improvisada. Una conocida se ofreció a llevarnos a Leyre. No estaba demasiado lejos de Carcastillo, donde habíamos ido a una boda. Intento y me esfuerzo por recordar lo máximo de aquella aventura. Me veo frente al altar mayor, de pie. Hay una virgen gótica de regular tamaño. Toda la luz de una iglesia a oscuras le cae encima. En derredor de la imagen, los monjes con sus hábitos negros cantan gregoriano. Lamento no recordar qué canto cantaban. Era el último de la tarde. Poco después, nos obligarían a salir del templo. La vida monástica mantenía sus exigencias. Cuando salimos, la tarde terminaba, la oscuridad no nos dejaba contemplar el paisaje. Nos invitó a llevarnos hasta Javier, donde había una fiesta. Se hizo de noche enseguida. Recuerdo haber pasado por Sangüesa, bañada por tristes luces públicas, y que al llegar al castillo de Javier había mucha gente, muchos coches, como una fiesta. Pudimos aparcar y subimos un trecho. Era una fiesta aquello, un lugar muy bello e iluminado el castillo del santo misionero. Al poco rato volvimos a Carcastillo no sin antes atravesar un pueblo que tenía las calles preparadas para correr los toros. Me equivoqué entrando por donde no debía, con alguna inquietud de los vecinos, que aguardaban la suelta, pero se pudo solucionar sin problemas y ya no recuerdo otra cosa que la llegada a Carcastillo. Sin embargo, me pregunto ahora, era de noche, ¿soltarían toros a estas horas? Con los años, ahora mismo, conservo la impresión de la imagen de la Virgen –Santa María de Leyre– bajo una luz potente, una iglesia a oscuras, los cantos de los monjes y gentes –devotas, curiosas– que respetuosamente asistían a la ceremonia final del día benedictino. Sobre estos recuerdos percute el nombre –y la cara de culpable– de Leyre, la fontanera del PSOE, y su mirada esquinada, su camino desde los calabozos de la Guardia Civil hacía el coche bajo la capucha del tres cuartos acompañada de su abogada. La distorsión que es esta mujer se incrementa en la perturbación que hace de mis recuerdos de una tarde muy bonita, de una Virgen gótica muy bella en ese monasterio navarro que hoy sé que contiene una historia multisecular, los restos de reyes navarros y el recuerdo de repetidos robos y desamortizaciones.

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