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Un ministro reincidente moviendo los hilos dentro y fuera del Gobierno. Cristóbal Montoro tuvo las riendas de Hacienda con José María Aznar y repitió con Mariano Rajoy; ese “M. Rajoy” de los papeles de Bárcenas del que nunca se ha dejado de hablar aunque la Justicia no haya acreditado su participación en la caja B del Partido Popular.
Emigrante a Madrid desde Cambil (1950), es casi el único contrapunto de derechas nacido en Jaén capaz de competir en poder con esa pléyade de socialistas que tantas páginas han dictado desde San Vicente y San Telmo.
Discrepo con Ayuso. El caso Montoro es mucho más que una “serpiente de verano” para diluir la crisis del PSOE. ¿Por qué? Uno: hablamos de hasta 18 tomos de sumario explicando la operativa financiera del despacho que fundó el ex ministro (Equipo Económico) haciendo que grandes empresas pagaran millones a cambio de leyes a medida. Dos: se acredita cómo uso la Agencia Tributaria “para amedrentar a periodistas incómodos” azuzando información fiscal confidencial (de Javier Chicote a Carlos Alsina). Tres: combinó las listas negras con filtraciones torpedeando las bases de su propio partido (de Rodrigo Rato a Esperanza Aguirre). Cuatro: lo iremos sabiendo los próximos días... Verano caliente, sí, pero con fundamento.
Mirándolo con perspectiva, no dejo de pensar que deberían utilizar el caso Montoro en las universidades para ilustrar cómo funcionan las puertas giratorias en un nivel de alta sofisticación: no solo como fichaje directo por una gran empresa, sino como creación de estructuras intermedias (despachos de consultoría o asesoría) que operan en la zona gris entre lo público y lo privado. Fue en 2006, entre sus dos etapas como ministro, cuando fundó Montoro & Asociados con un target de clientes muy claro: grandes fortunas, corporaciones y administraciones públicas. Oficialmente se desvinculó cuando volvió a Moncloa (obligado por ley) pero en la práctica no; el rumor de sus tejemanejes era conocido pero a nadie le pareció importar.
Las puertas giratorias (directas y personales) nunca han dejado de ser un problema en España. Civio, por ejemplo, ha documentado que más de 60 ex altos cargos del Gobierno han pasado al sector privado desde 1996. Y, siempre, con el trasfondo de la delgada línea entre lo ético y lo legal. Montoro, en sus dos primeros años como ministro, destituyó a más de 300 cargos del Ministerio y de la Agencia porque era un “nido de socialistas”. Ahora sabemos que lo que hizo fue fundar Montoro & Cía.
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