Viva Franco (Battiato)

Javier González-Cotta

La PAU rociera

04 de junio 2025 - 03:09

Leo perplejo uno de los titulares del año en este su diario amigo: “El inicio de los exámenes de Selectividad en Sevilla coincide con la salida de los rocieros”. Impagable. La Sevilla que nos desquicia también nos divierte por igual, aunque hace falta entrenamiento y la paciencia del santo Job. La pieza la firma el compañero Diego J. Géniz. A modo de aviso, se advierte de la coincidencia horaria y tempranera entre los jóvenes que ahora acuden a sus sedes respectivas para examinarse de la PAU y las comitivas rocieras que inician el camino hacia Doñana bajo celestiales cohetes y divertidas ocupaciones del viario público.

Hoy miércoles salen rumbo a la Argónida de Caballero Bonald las hermandades de Triana, Sevilla, El Cerro y Macarena. Mañana lo hará Sevilla Sur, cuya caravana, por lo visto, pasará muy cerca de algunas de las sedes habilitadas para los exámenes. También lo tendrán crudo los alumnos que acudan a sus centros en pueblos aljarafeños de tradición rociera. Uno imagina cómo ha de sentirse el pávido estudiantado bajo el estruendo coheteril, los flautines del tamborilero mecánico y los vivas fervorosos a la Blanca Paloma. A los niños autistas y a los aterrados perros, este año se les unen en el victimario rociero los estudiantes de la PAU. Por no hablar del clásico peatón corriente y moliente, cercado por carriolas y jacas.

La Junta de Andalucía suele sacar pecho en cuanto a logística y habla todos los años a boca llena de la mayor romería de toda Europa. No entiende uno este absurdo engolamiento, pues es probable que no existan romerías marianas en los fiordos noruegos, las Tierras Altas de Escocia o, qué sé yo, en la Tracia búlgara. Todo lo más pudiera haber algún que otro festín católico y romeril entre devotos sicilianos bajo el humo colérico del Etna.

Sea como sea, el llamado Plan Romero obvia como siempre a quienes la parafernalia del Rocío –molestia aparte– nos resulta algo más que extraterrestre. Por Pentecostés (y como creyente), uno preferiría celebrar de otra forma el fuego divino y esa enigmática energía asociada al verde simbólico del Espíritu Santo. Nada que ver con la anual matraca de cowboys marismeños, peregrinas con volantes camperos, bueyes y boyeros, romeros, carriolas y templetes de simpecados que parecieran hechos con papel aluminio. Santo Job, asístenos.

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