
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Más tiempo y más cómplices
Mi tía Paqui es viuda y mi tía Encarni es soltera. Son las dos hijas más pequeñas de la familia de ocho que amamantó mi abuela Carmen. La popa de un barco culipardo (nacidas en Ciudad Real) cuya proa era mi santa madre. Paqui y Encarni parece que se habían puesto de acuerdo. La primera se casó con Ángel Vasconcellos, que ese mismo día se convirtió en mi tío Ángel y cuya boda me perdí por un examen de Filosofía. Nació en Almagro, donde mi abuelo Andrés se jubiló de maestro panadero y en sus años mozos asistió a la espantá de Cagancho en el 27. Mi tía Paqui vio por Telemadrid la desbordante actuación de Morante de la Puebla en la corrida de la Beneficiencia de Las Ventas.
Mi tía Encarni se pasó más de cinco horas delante del televisor en su piso de Punta Umbría viendo la final más larga de la historia de Roland Garros. Vaya pareja de dobles Alcaraz-Morante. La pobre está con la pata quebrada y en casa porque se cayó en plena calle cuando acudía a oír misa en una iglesia vanguardista de Punta Umbría que diseñó el arquitecto manchego Miguel Fisac. Donde Encarni no podía llegar, llegaba Carlos Alcaraz. ¿Cómo pueden llamarle Carlitos a quien ya es Carlos V como sagazmente leímos en la portada del As? Más propio sería llamarle Carlitos al rey nacido en Gante que todavía barbilampiño y sin hablar una palabra de español avaló y apadrinó la expedición de las Especias que se convirtió en la Primera Vuelta al Mundo. El rey que en plena travesía fue nombrado emperador en Aquisgrán y hace casi quinientos años se casó en el Alcázar con su prima Isabel de Portugal, precursor de la afición a las primas de riesgo de Vargas Llosa. Celebró el convite en el mismo palacio donde compartió el efímero matrimonio la infanta Elena, única representante de la Familia Real en la plaza de toros de Las Ventas. Yo la verdad es que entiendo más de tenis que de toros y más de toros que de ministros de Cultura.
La sintonía televisiva entre Madrid y Punta Umbría, entre Las Ventas y Roland Garros, entre mis tías Paqui y Encarni encarnaba la idea de una España que se pasea por el mundo con una raqueta y con un capote. Alcaraz se impuso al número uno del mundo, el italiano Jannik Sinner, el primer tenista en ser recibido por el papa León XIV, gran aficionado a este deporte. Curiosa estampa del pontífice y el pecador (Sinner en inglés) derrotado en el Vaticano del tenis por un murciano pecador de la pradera que ha cogido la estela de Rafa Nadal.
La España de Morante y de Alcaraz es más auténtica que la de la Familia de la Tele y la Familia del Presidente, una pública y pagada por el sufragio, oculta hasta la náusea la segunda. Tenis y toros, la devoción y la pasión de Curro Romero. Dos profesiones de alto riesgo. Un nuevo Chaves Nogales podría haber titulado André Agassi, matador de tenis la autobiografía Open del popular tenista que sufrió en su casa la presión de ser un deportista de élite. Más cornás da la red.
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