El resurgir de los tornillos

01 de diciembre 2025 - 09:52

Algo se mueve en Linares. Suena a gran topicazo, que lo es, pero también resulta de una percepción basada en hechos más que reales. Este final de noviembre nos traía la noticia de que la firma china Coronet avanza en su instalación en el emblemático Parque de Santana, después de que hace un año se diera a conocer el proyecto de desembarco, fruto de un viaje institucional del presidente de la Junta, Juanma Moreno, a China. Que ciertos anuncios de políticos se hagan luego realidad no deja de tener su importancia, dado lo poco acostumbrados que estamos a que suceda, por lo general. Pero, es que además, hay otras dos empresas más que se suman a esa sinergia por la reindustrialización: Desay SV, que prevé crear 300 puestos de trabajo y otra, HRC, responsable de un futuro centro de I+D en esa ciudad.

Los que peinan canas por estos lares, y seguro que la mayoría de los linarenses, recuerdan aquellas movilizaciones, a veces salvajes, para evitar que cayera en desgracia Santana Motor, corazón industrial de esa ciudad antaño minera. Hubo meses en el año 1994 en los que las manifestaciones fueron casi diarias, con cortes de carreteras, de ferrocarril y la quema de neumáticos de manera habitual. Por entonces, antes de que se presentara finalmente la suspensión de pagos, se produjo una de las mayores manifestaciones de la historia de la provincia, por supuesto, y de Andalucía puede que también, por la cantidad de gente que movilizó, alrededor de 100.00 personas se llegó a publicar, cuando la ciudad rondaba los 60.000 habitantes. Linares peleaba como gato panza arriba frente a lo inevitable. De poco sirvió que en 1995 la Junta de Andalucía se quedara con Santana para intentar salvar los empleos del fabricante y de la industria auxiliar. Solo fue prolongar la agonía.

Después llegó el entonces hacedor de milagros imposibles y salvador de barcos a punto de hundirse, José Manuel Muriel, que casi consigue reactivar el Parque Empresarial, pero la crisis de 2009 se llevó por delante todo lo que había trabajado, hasta el punto de que las empresas que habían apostado por venir prefirieron perder lo que llevaban invertido a seguir adelante con sus proyectos en tierras linarenses. Maldita crisis. Como becario mientras estudiaba su carrera de ingeniero industrial y, años más tarde, presidente de Santana Motor, José Manuel Muriel, jiennense de La Carolina, guarda esa espinita todavía. Aunque no sé si lo reconocería al preguntárselo. Habrá que hacerlo. Y ver qué piensa él de que catorce años después de cerrar la cadena de montaje de Santana, Linares resurja de sus propios tornillos, con una recuperación que parece que llega esta vez para quedarse.

Linares, símbolo del patrimonio automovilístico perdido, ahora en vías de resucitar, junto a una cultura gastronómica de la que tan orgullosos se sienten y de la que presumen a los cuatro vientos, reivindicándose como capital mundial de la tapa. Acaba de celebrarse en la ciudad el primer encuentro, con chefs y diferentes profesionales hosteleros, para alzarse con ese título por derecho propio. A ver quién osa llevarles la contraria.

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