VERICUETOS
Raúl Cueto
Gargantúa y Pantagruel
De las diferentes formas de felicitar la Navidad suelo escoger el “felices Pascuas”. Lo hago porque era la fórmula que usaban los sevillanos viejos que llegué a conocer y tratar. Siempre me han gustado esas antiguallas propias de un caballero de provincias. Ahora bien, no me molesto si alguien me espeta un “feliz Navidad” o un agnóstico y cursilón “felices fiestas”. Los agradezco igualmente. No están los tiempos como para despreciar las cortesías del prójimo, por muy forzadas y estereotipadas que sean. La hipocresía es la base de la civilización.
Con las felicitaciones de estas fechas pasa lo mismo que con la política. Se puede hacer cualquier cosa menos el ridículo. Es la falta en la que ha incurrido el Ministerio de Presidencia con su ya famoso tuit: “Felicitamos a la comunidad cristiana en este día en el que se conmemora el nacimiento de Jesús, un momento para compartir deseos de paz, alegría y bienestar para todos y todas”. Es como si el Gobierno de Marruecos felicitase el Ramadán a la “comunidad musulmana”. Lo peor, quizás, es el tono pedagógico del mensaje, enseñándonos a todos y todas qué es lo que celebra estos días la “comunidad cristiana”. Señor Bolaños, un consejo, no haga el ridículo con algo tan simple como una felicitación navideña. Reserve eso para sus numantinas defensas de la inacción del Gobierno.
Hay quien se empeña en que felicitar las Pascuas navideñas puede herir la sensibilidad de algunos ciudadanos de piel finísima. Pero me hago la misma pregunta que la presidenta Georgia Meloni en un discurso que podría haber firmado el mismo San Francisco de Asís o su tocayo y penúltimo Papa: ¿a quién le puede molestar esta historia de un humilde niño que ha nacido en un pesebre? Contesto por mi cuenta y riesgo: a un enemigo público en acto o en potencia. Meloni, una política cada vez más interesante, reclama una “revolución del pesebre” que no explica muy bien en qué consiste, pero que suena a música celestial. Sin caer en ingenuidades ni demagogias sentimentalistas, es importante que esa revolución también se haga extensible a los niños que nacen en pateras y cuyos rostros son los mismos que el del Nazareno.
En fin, que de todas las felicitaciones que uno recibe en estas fechas las que prefiero son las que se hacen por escrito y en papel. Este año, en especial, la del compañero Paco Correal, genio y figura de la crónica sevillana. A él va dedicado este artículo. Felices Pascuas.
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