Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
Como sé de sobra que estas cosas os aburren soberanamente (lo cual os honra), seré breve. Pero no quería dejar pasar el rito de paso que habéis vivido hoy en vuestro colegio para deciros algunas cosas al tuntún sobre la vida y la necesidad de navegarla con algunas dosis de ética y estilo. De paso, soluciono la columna, que no es poca cosa. Podéis llamarlo como queráis: sermón de urgencia, epístola moral a la carrera, o perorata paterna... me da igual. Así que poneos en posición de firmes, elevad las orejas y leed con mucha atención a vuestro santo padre:
1. “No tengáis miedo”. Os lo recordó ayer el pater en la misa de Santa Juana de Lestonnac. Estas palabras las pronunció en su día el papa Juan Pablo II, un polaco que vivió el doble martirio de su patria por los nazis y los comunistas. El valor, si se ejerce con prudencia, como lo hizo Wojtyla, es una de las mayores virtudes que pueden adornar a una persona. No os acobardéis ante los que abusan de su poder, ante el rebaño empeñado en que asumáis sus valores morales y políticos bajo la amenaza del aislamiento, ante los que mancillan lo que amáis, ante los inquisidores de cualquier momento o ideología... Atreveos a pensar (lo dijo Kant).
2. Tenéis identidad. No le hagáis caso a aquellos que dicen que no tenéis identidad, que sois contenedores vacíos en los que cabe cualquier mercancía universal. Tenéis familia, patria y religión. Pero nunca uséis estas palabras sagradas (y tan manoseadas) en vano y, sobre todo, nunca se las arrojéis a la cabeza a nadie. Recordad que también pertenecéis a un mundo vasto y plural. Hay que escuchar a los otros.
3. Ante todo mucho humor. No hay nada más ridículo en la vida que un bobo solemne. El humor nos salva de muchas situaciones y nos ayuda a vivir mejor, sin que eso no signifique que, a veces, haya que ponerse más serios que un guardia civil de servicio.
4. Buscad el placer. Puede estar en una copa de vino, en el amor o en un libro, pero recordad que todo aquello que te destruye o destruye al prójimo nunca puede ser verdadero placer.
5. Sed justas y caritativas. No siempre es lo mismo. Hay veces que toca sacar la balanza y otras la charitas. Pero, ante la duda, optad por la segunda. Recordad lo que os han enseñado: en el rostro del que sufre siempre veréis a Jesús de Nazaret.
Se acaba el espacio y me quedan muchas cosas que deciros, así que lo haré ya en casa, pese a vuestras caras de “tierra, trágame”. Un adelanto: sed leales, agradecidas, alegres... Y, sobre todo, ordenad el cuarto, comed con educación y obedeced a vuestros padres por mucho que vayáis a cumplir 18 años.
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