Del Gran Eje a la Alameda
José Luis Marín Weil
Jamones robados
Cada vez creo menos en los Planes Generales de Ordenación Urbana como documentos para regular la vida de una ciudad. Cuando se pide que hay que cumplirlos a rajatabla, se nos dice que hay que ser flexible y que la realidad es cambiante. Y cuando se dice que para qué sirven, parece que nadie quiere meterse en el lío que significa hacer una revisión del PGOU. Ni grupos políticos municipales ni iniciativa privada. El vigente Planeamiento General de Sevilla fue aprobado por la Junta de Andalucía en 2006. Era alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín y los hechos y los tiempos van demostrando que él o su equipo y él, tenían una idea de ciudad en la cabeza y la fueron aplicando. Y hasta ahora no hay otra, que yo sepa…
Aunque los planes no caducan (los redactores de la ley creo que se daban cuenta de que hacer un Plan General tal como lo conocemos es un documento muy complicado y costoso) también es verdad que prevén como plazo máximo recomendado de vigencia veinte años, que están a punto de cumplirse, como es casi tradición en Sevilla. Todo para dentro de veinte años, si no más, como el Metro que se planeó en 2009 y se menciona con tranquilidad pasmosa que la segunda línea en su tamo norte (Palmete-Prado) se acabará en 2030 y el tramo sur (Prado-Bellavista) en 2040.
Y mientras tanto la ciudad sigue, bien que a remolque y a tirones. En estos años se han tramitado más de sesenta modificaciones puntuales del PGOU. Algunas pequeñas, pero otras importantes. Muchas demandadas por la iniciativa privada. Y hasta lógicas, ¿por qué no? El tiempo pasa y la realidad cambia. Por ejemplo, las previsiones de construcción de viviendas del Plan de 2006 fueron laminadas por la crisis inmobiliaria de 2008 y ahora el déficit de viviendas es uno de los problemas estructurales de España. Y para acometer soluciones es necesario arbitrar medidas y preparar suelo edificable urgente para todo tipo de viviendas, esté o no previsto en el plan de ordenación de turno de cada ciudad. Y eso sin contar con el envejecimiento del parque inmobiliario, que en Sevilla alcanza a más del 40% de las viviendas, que necesitan rehabilitación por falta de accesibilidad, aislamientos y ahorro energético y otros motivos.
Hace un par de días se anunció que Tussam pondrá en marcha en breve la línea CJ1, para poder resolver por ahora, que los nuevos vecinos del barrio que construye Metrovacesa más allá de Palmas Altas, tengan acceso en autobús. ¿Nadie se había dado cuenta cuando se dieron las licencias de obra? Menos mal que Tussam demuestra agilidad, como cuando tuvo que salir al paso de poder llegar a la Ciudad de la Justicia con los traslados de los juzgados. Por cierto, ¿no es una contradicción decir que hay que acercar la justicia al ciudadano y llevarse los juzgados a un lugar sin autobús y sin metro? Lo que decía, a remolque y a tirones.
También te puede interesar
Del Gran Eje a la Alameda
José Luis Marín Weil
Jamones robados
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Vox, un estado de ánimo
La ciudad y los días
Carlos Colón
Vuelve la nunca ausente
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Recuperación de un gran novelista
Lo último