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José Manuel Serrano
El gatillazo ferroviario en Jaén de cada día
El balcón
Tenían grandes expectativas los organizadores de la Gran Procesión de Roma. Esperaban multitudes como en las competiciones deportivas mundiales. Así que pusieron una pantalla gigante en el Circo Massimo, para que quienes no cupiesen en las grandes avenidas pudieran seguir el trono de la Esperanza de Málaga y el paso del Cachorro de Triana por el Coliseo. (En el cortejo también había una hermandad de León e imágenes de Italia, Francia y Portugal). Pero en el inmenso hipódromo no había nadie para seguir la emisión en directo de Canal Sur. Y en el recorrido semivacío no hubo ni media bulla.
La Junta de Andalucía, los ayuntamientos y diputaciones de Sevilla y Málaga, con el apoyo de las fundaciones Cajasol y Unicaja, han financiado los dos millones y medio de euros que costó el evento, sin contar el despliegue de la RTVA. El resultado ha sido un show para los ilusionados malagueños y sevillanos desplazados para el acontecimiento, pero sin asistencia de romanos. Para la prensa local pasó inadvertido, salvo la edición capitalina del Corriere della Sera, que sacó en portada una foto de la Esperanza, explicando que se trataba de “un espectáculo de trajes y colores, entre la fe religiosa y la sugestión laica, en un aire que huele a incienso”.
Tampoco hubo más turistas que los que tropezaron con la procesión. Una pareja malagueña que hizo un tour por la ciudad preguntó al guía que los llevaba por el evento y no tenía ni idea. Como ha señalado con acierto Carlos Navarro en estas páginas, tampoco la jerarquía eclesiástica hizo acto de presencia. Con todos los cardenales del mundo en Roma, ni uno solo se pasó para un saludo u oración; ni siquiera alguno de los dos andaluces, ni cuando las imágenes estuvieron en la basílica de San Pedro.
Un cofrade malagueño presente sostiene que el show de Roma [el calificativo es suyo] ha sido muy diferente a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid en 2011, que congregó gente de todo el mundo presidida por Benedicto XVI: seis de los quince pasos que participaron en el vía crucis llegaron desde Granada, Jerez, Málaga, Sevilla o Úbeda. Y se transmitió al mundo un modo de religiosidad popular. Aunque es verdad que ahora ya no estaba el Papa que convocó la procesión de Roma por el jubileo de las cofradías.
En todo caso, es desafortunado convertir la Semana Santa andaluza en un producto. Y mercantilizarlo, vendido por agencias foráneas, con márquetin agresivo, música de película, nazarenos de Murcia y eslogan de cartón piedra. Eso de Andalusian Crush no enamora y aplasta la identidad de Andalucía. Le falta sentido de la medida.
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