NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Eran las 12:33 de la tarde en todos los relojes, parafraseando a García Lorca. Las 12:33 horas de la tarde en España, una menos en Portugal. El tendido eléctrico perdió 15 gigavatios durante unos segundos. Cinco. Ahora sí. Cinco segundos que, en términos de expertos en cuestiones eléctricas, es una eternidad. A partir de ahí, un apagón generalizado e impensable, tanto que hace poco tiempo era imposible que sucediera, según recuerdan las hemerotecas que aseguró el propio Pedro Sánchez. Más que de histórico habría que calificarlo entonces de milagroso.
Bromas aparte, porque gracia ninguna, hay que dar gracias a quien corresponda porque el forzoso regreso al medievo no durase más tiempo, porque ahí ya no estaríamos hablando de una alegre tarde bebiendo cervezas antes de que se calentasen, sino de algo más peligroso. Teníamos el ensayo general de la pandemia para estar curados de espanto y contar con una capacidad de reacción ciudadana digna de un monumento. Pero, miedo me da pensar que, en lugar de horas, hubiese durado días. Mejor ni imaginarlo.
El caso es que España se despertó hace hoy una semana intentando calcular la factura del corte en el suministro eléctrico y, las primeras estimaciones, apuntadas por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), calculaban unas pérdidas en el tejido productivo de 1.600 millones de euros. Poco me parece.
Con la ecuación a la inversa, si decidimos trabajar alguno de los festivos del calendario, ya sabemos cómo podemos ayudar al país a sanear la caja de las pensiones. Por ejemplo. Este 2025 tiene catorce días de asueto general en el calendario, sin contar los puentes, o acueductos, que surgen siempre. ¿Puede nuestra economía permitirse semejante derroche? Ahora que han calculado lo que se pierde sin producir, sabemos también lo que podemos ganar si decidimos trabajar algún festivo. Pero, claro, a ver quién le pone el cascabel al gato.
Por cierto que, descendiendo al terruño, ahí está mi pobretica Jaén, con tantos municipios que vieron amanecer el martes todavía sin luz. De juzgado de guardia. Parecía que era cosa de los trenes, pero el abandono no distingue entre los servicios básicos. Ya que nos ignoran, deberían olvidarse también de los jiennenses a la hora de cobrar impuestos. Es una idea (inocente).
Como anécdota, en pleno debate entre el peso de las renovables o el futuro de las nucleares, aprovecho y presumo de que yo sí tuve luz el 28 de abril. Gracias a las placas solares de la casa de mis amigos Nuria y Manolo y su eficaz “modo isla”, que les permitió aislarse, como su nombre indica, del apagón generalizado y pasar el día como otro cualquiera.
Ahí lo dejo.
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