¿Para qué sirven las humanidades?

22 de diciembre 2025 - 03:08

Algunas veces la falta de aprecio actual de las humanidades (Filosofía, Historia, Lengua y Literatura, Historia del Arte, Música, Danza, Teatro, etcétera), recuerda cuando en el siglo pasado había asignaturas que llamábamos “marías” (gimnasia, religión, dibujo y hasta el idioma…) porque siempre te aprobaban, hicieras lo que hicieras, y así nos ha lucido el pelo a varias generaciones españolas. Menos mal que esa época en la enseñanza quedó atrás, o eso parece, porque si se pasa curso con varios suspensos, cualquier asignatura es prescindible. Sin esforzarse. Después de todo y en un sentido irónico, ¿para qué sirve saber que la batalla de las Navas de Tolosa fue en 1212? ¿O si Lope de Vega nació antes que Calderón de la Barca o después? Y de los afluentes del Guadalquivir, ya ni hablamos. A lo mejor sirve para saber cómo se formó España, o para saber por qué son trascendentes Fuenteovejuna o La vida es sueño y conocer las tierras de Andalucía más allá de cuatro generalidades. Nos recordaban hace poco que el único sitio donde éxito va delante de trabajo es en el diccionario. Pero volvamos a las humanidades.

Reconozcamos que en un mundo que cambia a pasos agigantados con los crecimientos exponenciales que permiten las tecnologías, las artes y las letras están un poco en reserva, cuando no relegadas. La inteligencia artificial ha recordado que a lo mejor sirven para algo. En plan un tanto condescendiente, se les pide a las universidades que orienten las humanidades fuera de la esfera puramente académica para convertirse en asesoras críticas de las políticas públicas, eso si los políticos se dejan. Se habla de humanidades digitales, al servicio de las tecnologías de la información y de los estudios sociales. Y se promueve que apoyen a las disciplinas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) para dotar a los estudiantes de pensamiento crítico y ético, tan esenciales en un mundo tecnológico. Y en general, deberíamos decir. Pero bueno, algo es algo, aunque sea un papel secundario.

A todo esto, y viendo la posición más débil cada día del ideario humanista, los burócratas europeos han preparado un nuevo perfil que beneficie a Europa, más allá de las agendas más populares, la verde, la digital, la social y de salud, la global, etcétera. Se ha presentado el mes pasado un proyecto que se ocupa de la cultura y las humanidades denominado Brújula Cultural para Europa, que tiene como lema Europa para la cultura, cultura para Europa. Ahí parece que podemos ser fuertes y no nos faltará materia prima. Pretende la defensa de la libertad artística y la mejora de las condiciones laborales de los profesionales de las humanidades y la cultura más allá de las universidades y se pondrá en práctica desde el próximo año, con la promesa de dedicar un 2% del presupuesto a cultura. Ya lo veremos.

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