Nuestras son las monas

14 de junio 2025 - 03:09

Lo ha contado alguna vez Alfonso Ussía. Siempre que don Juan de Borbón pasaba en yate por delante de Gibraltar, dejaba el whisky y le dedicaba un sonoro corte de mangas a la roca coronada por la Union Jack. No era el Conde de Barcelona un pirata berberisco, sino un declarado anglófilo y criado en la Marina de Su Majestad, pero con el suficiente conocimiento de la historia de España y el derecho internacional para no tragar con la última colonia que existe en Europa. Como escribió en su día Jon Juaristi en una frustrada y humorística letra del himno nacional: “Cunda ya el pánico/ en el pecho británico/ Nuestras son las monas/, nuestro es el Peñón”.

El reciente acuerdo entre los gobiernos del Reino Unido y España para integrar a Gibraltar en el Espacio Schengen es algo positivo, no nos cabe duda, aunque tampoco es para descorchar una botella de Dom Perignon, cosecha de 1921. Pese a los muchos peros que se le pueden poner y a sus imprecisiones aún por aclarar, en general se puede decir que servirá para mejorar en algo la vida de los indígenas de uno y otro lado de la ya casi fantasmal verja. Así que seamos positivos. Además, el Gobierno ha tenido por una vez el suficiente sentido de Estado para dejar claro que dicho acuerdo no supone abdicar de su reivindicación de la soberanía sobre el Peñón, una constante histórica de nuestra política exterior desde la firma del tratado de Utrecht en 1713 (pese a que a algunos les sorprenda, la reivindicación es muy anterior a Franco).

La firma del acuerdo, sin embargo, sirvió para que una vez más resurja (principalmente en las redes) una mofa a la que es tan aficionada la izquierda, según la cual aquellos que defienden la españolidad de Gibraltar (empezando por todos los gobiernos de la democracia, independientemente de su color político) son una especie de primates castizos anclados en la muñeca de Marín y la sangría caliente. No deja de ser una paradoja que aquellos que están permanentemente dando la tabarra con la descolonización de todo lo que se menea traguen con la que es, como ya hemos dicho, la última colonia de Europa. Y no es que lo afirme yo u Ortega Smith, sino la mismísima ONU en varias resoluciones, la primera el 14 de diciembre de 1960 (ya ha llovido). Para Naciones Unidas, Gibraltar está a la altura del archipiélago de Tokelau, por poner un ejemplo. Así que menos complejos y más sentido de Estado, de la historia y del derecho internacional. Gibraltar, español (of course).

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