‘The Revelation: Andalusian gothic’

18 de mayo 2025 - 03:15

The Revelation, el anuncio que promociona turísticamente la Semana Santa y las romerías andaluzas, es una vergüenza. No se trata de criticar las calidades técnicas y artísticas que pueda tener o no. Como anuncio de una película de terror producida por Blumhouse o A24 –variantes exorcismos y posesiones, american gothic o ritos de sectas neopaganas o diabólicas– podría funcionar muy bien. Ciertamente existe una corriente de películas de lo que podría llamarse terror religioso. Que incluso a veces se vincula a la Semana Santa, como hizo la web Spinof en sus recomendaciones de películas para ver en esos días bajo el titular “Semana Santa de miedo: 23 películas imprescindibles de terror religioso para ver con el rosario en la mano” (en el listado, asombrosamente, se incluía La pasión de Juana de Arco que, por lo visto, se toma como un antecedente de la franquicia Saw). También podría ser un estupendo anuncio de la saga Robert Langdon –Ángeles y demonios, El código Da Vinci, etc.– de Dan Brown, en algunas de cuyas obras, mira por dónde, aparece Sevilla.

El problema no es estético, que también, sino de adecuación a la realidad de lo que se anuncia. Desde que empieza con el grafismo de un libro de terror, el charco pisado y la reproducción de la famosa foto de Iwo Jima en la que en vez de la bandera americana se alza una cruz hasta que termina con el primer plano de un John Cleese que recuerda demasiado al señor Castevet, el vecino de Mia Farrow en La semilla del diablo, pasando por los planos de la monja corriendo o del cura alzando los brazos subido en un montículo, The Revelation, como se titula esta nueva entrega de la campaña Andalusian Crush, nada tiene que ver con la Semana Santa andaluza. Y mucho con el llamado turismo oscuro en su estética y en su retroceso a un superado cristianismo dolorista. Una de las frases-cebo del anuncio es Aquí el dolor no da miedo, se adora. Bienvenidos los seguidores del marqués de Sade y Sacher-Masoch.

Pervivencia de una religiosidad oscurantista, desaforadamente pasional como requiere el tópico andaluz, primitiva como corresponde a un pueblo atrasado cuyo bárbaro atractivo –como buscaban los viajeros románticos– es su atraso, supervivencia de la leyenda negra con aroma de hoguera inquisitorial, así vende la Junta de Andalucía nuestra Semana Santa. Eso sí, gustará a los nativos que la degradan desde dentro, fomentando lo peor.

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