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Safo emancipada

Siruela publica un ensayo de Laure de Chantal que recorre la distintas metamorfosis de la poeta de Lesbos a lo largo de la historia y propone su reinterpretación en clave feminista

Laure de Chantal.

La ficha

Las nueve vidas de Safo. Laure de Chantal. Trad. Susana Prieto Mori. Siruela. Madrid, 2025. 200 páginas. 19,95 euros

Como decía Aurora Luque en la presentación de su edición de los Poemas y testimonios de Safo, el prestigio de la primera poeta de Occidente contrasta con la escasa fortuna de su transmisión textual, pues los poemas conservados se reducen a una colección de breves o brevísimos fragmentos que con alguna excepción como el maravilloso Himno a Afrodita, felizmente íntegro, apenas permiten reconstruir el contenido de los nueve libros en los que reunieron su obra los estudiosos alejandrinos. Lo poco que conocemos, sin embargo, es tan valioso que su nombre, ya encumbrado en la Antigüedad, no ha dejado de formar parte del canon y el imaginario clásicos, donde Safo fue casi la única mujer y desde luego la más celebrada. El referido contraste entre el prolongado y extraordinario ascendiente de la poeta de Lesbos y los escasos datos fiables que tenemos sobre su vida y trayectoria ha propiciado toda suerte de fantasías, elaboradas a partir de los prejuicios imperantes en cada época. A recorrerlas se dedica este libro de la profesora y ensayista francesa Laure de Chantal, Las nueve vidas de Safo, que aborda las encarnaciones y metamorfosis de su figura en los más de dos mil seiscientos años transcurridos desde que su voz, truncada pero aún reconocible, inaugurara una estirpe que sigue definiendo nuestro mundo.

El primer escritor de Occidente, afirma De Chantal, fue de hecho una escritora

Si hablamos de Grecia y por tanto del inicio de las literaturas de Occidente, el primer escritor, afirma De Chantal, fue de hecho una escritora. En efecto, Safo de Mitilene, la también música, educadora y filósofa de la edad arcaica, habría sido la primera autora propiamente dicha, en tanto que poeta autoconsciente e iniciadora de la lírica, forma de poesía –caracterizada por el acompañamiento musical de la lira– que recurría al “yo” en lugar de invocar a las musas. Ella misma sería después venerada, y en parte desactivada, como “décima musa”, pero en sus versos alentaba una mujer en particular, un individuo de carne y hueso. De la mujer real que fue Safo se sabe muy poco con certeza, más allá de su procedencia y de los datos aislados que ella misma transmite entre los jirones de su obra conservada. Esa mujer, la Safo histórica, sería la primera de las nueve que De Chantal evoca en otros tantos capítulos. La poeta que con sus versos recitados en banquetes y celebraciones –donde era invocada como autoridad y modelo de sabiduría presocrática– representaba el espíritu festivo. La autora plagiada por Catulo, masculinizada por Horacio y retratada por Ovidio como infeliz suicida. La maestra canonizada por los primeros filólogos –y venerada por los pitagóricos– que para los teólogos cristianos se convirtió en bruja o demonia, condenada por la doble osadía de aspirar al conocimiento y a una sexualidad libre. La voz desaparecida junto con la lengua griega, hasta su gradual resurrección en el temprano Renacimiento. La antepasada e inspiradora de un linaje al que se incorporan Christine de Pizan o Louise Labé, llamada la Safo lionesa. La que en las obras de Madeleine de Scudéry, la traductora Anne Dacier o Constance Pipelet aboga por la libertad. La ambigua “flor del mal” de Baudelaire, tanto más inmoral por su representación del placer femenino. La que por boca de Renée Vivien, lesbiana reconocida, encarna el amor que ya sí osa decir su nombre.

La ensayista combina el propósito divulgativo con la reivindicación militante

Safo vendría a ser, en imagen de Laure de Chantal, “un bello espejo”, de modo que la recepción de su figura dice mucho sobre la consideración de las mujeres en sociedades de fuerte impronta masculina. Su ensayo combina el propósito divulgativo con la reivindicación militante, sin dejar de incluir observaciones sobre la realidad actual y aunando ambos discursos en una prosa ágil y accesible. Podría parecer problemática la conversión de la poeta en un icono feminista, pero es cierto que su rastro en la historia ha pasado por el filtro de los prejuicios masculinos y que por otra parte ha sido expresamente reivindicada por las precursoras de la emancipación. Con buen criterio, De Chantal invita a considerar el feminismo “ya no solo como un momento crucial de la historia contemporánea, sino también como una filosofía de la justicia y la equidad”. En este sentido abarcador, ajeno al irracionalismo identitario, se afirma y refuerza su raíz humanista.

'Safo y Erina en un jardín de Mitilene' (1864) por Simeon Solomon.

Heroína de la libertad

Divina o demasiado humana, la imagen de Safo ha sido el receptáculo en el que la posteridad ha reflejado sus anhelos u obsesiones. Entre los denuestos más gratuitos, puede citarse por su crudeza al corrosivo Taciano del Discurso contra los griegos, imbuido del fervor de los conversos: “Safo es una mujerzuela ninfómana y prostituida que canta su propia lujuria”. A la romántica Carolina Coronado, autora de un curioso opúsculo titulado Los genios gemelos, Safo y Santa Teresa de Jesús, le debemos una lúcida observación que incide en la cualidad espectral del personaje: “Tal vez la Safo que conocemos es un fantasma, es una nube que ha levantado en las revoluciones de la historia el calor de la imaginación del poeta, y que adopta formas y colores, según el punto de vista que ocupa sobre los pueblos”. La frase fue incluida por Aurora Luque entre los epígrafes de su citada edición de Safo, que en su última versión ha incorporado los recientes hallazgos papirológicos, muy notables en lo que llevamos de siglo. Laure de Chantal ciñe su itinerario moderno y contemporáneo a las autoras francesas, pero si abriéramos el arco habría que citar a otras muchas y en el caso de la literatura española a María Rosa de Gálvez, también editada y estudiada por Luque. Su drama Safo, estrenado en 1801, es un perfecto ejemplo de la reinvención de la poeta como heroína de la libertad y dueña de su destino.

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