Pablo Chiapella y cómo Amador se convirtió en gafe tras su fracaso en 'Aquí no hay quien viva'
'La que se avecina' estaba llamada al desastre, pero un golpe de fortuna casi involuntario permitió que se quedara en la parrilla de Telecinco
¿Qué propone Pablo Chiapella en el aeropuerto amoroso de La 1?
¿Por qué 'La que se avecina' se acerca a 'Aquí no hay quien viva'?

Pablo Chiapella acaba de estrenar con buenos datos de audiencia, con un 13,3% de cuota, ¿Algo que declarar? en La 1. Para el gran público es sobre todo Amador Rivas, en La que se avecinoa, pero para llegar hasta ahí, desde La hora chanante, su papel fundamental fue en Aquí no hay quien viva como Moncho Heredia, el hijo de Higinio (Ricardo Arroyo) y Mamen (Emma Ozores).
Chiapella rememora con ironía su fichaje en aquella serie de Antena 3 que es la comedia española más venerada por los espectadores. Cuando se incorporó a la serie de los hermanos Caballero y José Luis Moreno en 2005 Aquí no hay quien viva era era un fenómeno nacional y Mediaset, rival de Antena 3 con Telecinco, había empezado la negociación para hacerse con la productora de Moreno, Miramon Mendi.
“Pensé que me quedaría años en Aquí no hay quien viva, pero justo cuando entré, anunciaron su cierre tras la compra de la productora de José Luis Moreno por Telecinco", confiesa el actor, quien se autoproclamó “gafe” tras este revés inesperado nada más fichar por la serie de Antena 3.
Su breve paso como Moncho, un personaje secundario como un hijo ya talludito y holgazán, ya mostraba destellos de su vis cómica en unión con otros personajes y su origen chanante.
Con Ernesto Sevilla, Joaquín Reyes y Raúl Cimas eran amigos mucho antes de su aparición en la tele. Lo conoció en Albacete durante los años 90 mientras estudiaban en la Universidad de Castilla-La Mancha. Juntos, comenzaron a crear sketches en el bar La Luna, donde el humor absurdo y el ingenio manchego sentaron las bases de lo que sería esa Hora Chanante en Paramount Comedy.
Pablo Chiapella, de todas formas estaba consternado por su trucano final en la comedia del bloque de la calle Desengaño 21, Aquí no hay quien viva. Pensaba que con el precipitado final de la comedia ya no tendría mejor oportunidad en su carrera televisiva. Le esperaba sin embargo los mismos hermanos Caballero para la nueva versión, La que se avecina. A partir de 2007 comenzaba a dar vida a Amador Rivas, padre de familia con su Cuqui, Eva Isanta.
Amador fue un personaje que evolucionó de un estirado con ínfulas a llegar al nuevo edificio a convertirse un adorable perdedor al que todo le sale mal. Y ya se sabe que a los buenos personajes de comedia, cuanto peor les vaya, mejor son acogidos por el público.

La que se avecina, lastrada por la forzada conclusión de su antecesora, tuvo un comienzo complicado en Telecinco: tras una primera temporada aceptable, la segunda fue relegada a la medianoche, condenada al olvido. Chiapella, aún con su etiqueta de gafe, vio cómo los guionistas transformaban a Amador en un gañán con poca fortuna y que empezaba a destacar, eso si, por sus palabras como “salami”, “pinchito” o “merengue, merengue” que se incrustaron en el habla popular, reminiscentes del estilo chanante originario.
El éxito de La que se avecina llegó gracias a las continuas reposiciones en FDF, copiando Mediaset la maniobra de Antena 3 que repetía y repetía Aquí no hay quien viva en Neox. Fue casualidad, los vecinos de Montepinar estaban llamados a no grabar la temproada tercera y con ese fracaso, la fama de gafe de Pablo Chiapella. Pero la vida les dio un giro a todos ellos. Las repeticiones en FDF salvaron a La que se avecina y la convirtieron en popular.
“Cuando escuché a dos cincuentones en la calle diciendo ‘esta noche hay merengue, merengue’, supe que Amador había calado”, admite Chiapella y con esa frase en la calle Amador había triunfado cuando los guionistas se estaban burlando de su fama de gafe en la vida real. El albaceteño está unido a su vecino de Montepinar y ahora de la calle Contubernio. Ha dejando atrás por completa su “maldición” de ser un tipo con tan mala suerte como su personaje.
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