La fortaleza olvidada de Jaén capital: “Su valor es impresionante”

Patrimonio

Esta fortificación del siglo XI volverá a ser visitable en apenas unos meses tras décadas de abandono

Jaén recuperará la fortaleza del Abrehuí antes de que acabe el año

Imagen aérea del Cerro de Santa Catalina donde se ven los alcázares reales.
Imagen aérea del Cerro de Santa Catalina donde se ven los alcázares reales.

El Castillo de Santa Catalina es símbolo inequívoco de la ciudad de Jaén. El rey del cerro con su nombre que corona la que algunos consideran la capital del Santo Reino, pero no es la única fortaleza que custodió la ciudad desde el sur. De hecho este castillo, asentado sobre los restos de fortificaciones íbero-romanas y musulmanas previas, fue el conjunto de tres fortificaciones que se levantaron sobre la cresta del monte.

Trabajos para recuperar el Abrehuí.
Trabajos para recuperar el Abrehuí. / Esther Garrido

Hablamos de los antiguos alcázares reales de Jaén (siendo el denominado Castillo de Santa Catalina el Alcázar Nuevo) que han quedado eclipsados históricamente por la imponente Torre del Homenaje pero que ahora, gracias a la inversión de un millón de euros de Turespaña a través de fondos europeos, está a pocos meses de recuperar una de sus partes. Concretamente la del Abrehuí, el tercer recinto de este complejo defensivo que prolongaba el Alcázar Viejo hasta el portichuelo que servía de acceso al cerro, para lo que se construyó un muro con cinco torreones, con un bastión en la zona oeste y foso seco, al parecer muy posterior.

El responsable de la intervención es el arqueólogo Juan Carlos Castillo, catedrático del Departamento de Patrimonio Histórico en la Universidad de Jaén. “Todo parece indicar que tanto el Alcázar Viejo como esta fortificación se construyeron en el siglo XI para conformar una gran alcazaba que ocuparía toda la cumbre del cerro, para que pudiera defender y acoger a toda la población de madina Yayyan, dada la inseguridad imperante. En ella incluso llegó a edificarse un palacio, para albergar la residencia de ibn Hamusk, un jefe andalusí aliado con ibn Mardanis, rey de Murcia, en su enfrentamiento contra los almohades. Fue uno de los momentos de mayor importancia de la fortaleza. Pero después estos dos aliados, que, por otro lado, eran suegro y yerno (ibn Mardanis se había casado con la hija de ibn Hamusk) rompieron relaciones porque el mayor de ellos, comprendiendo que la conquista de Jaén por los almohades era inminente, rompió su alianza en 1169, integrándose en el proyecto unionista del imperio norte africano. Eran hipótesis que teníamos y que ahora confirman las evidencias arqueológicas”, explica para Jaén Hoy Juan Carlos Castillo.

Estado actual del Abrehuí.
Estado actual del Abrehuí. / Esther Garrido

También detalla que el Abrehuí terminaría posiblemente en una torre pentagonal, edificada en tapial de tierra sobre un sólido basamento de mampostería, que simula la forma de la proa de un barco. “En época almohade fue sustituida por una nueva torre rectangular de tapial hormigonado, levantada sobre ella, es una de las reformas que se han encontrado en esta intervención. La siguiente es de 1246, cuando se reconquistó Jaén. Los cristianos ya usaban armas de asalto que destruían con facilidad las defensas de tapial, lo que les llevó a revestir las torres más débiles con paños de mampostería. Esa reforma perduró hasta los siglos XIV o XV pues que, en época del Condestable Lucas de Iranzo, cuando se dan cuenta de que las murallas antiguas están muy mal y necesitan una reparación. Así se edificó una nueva muralla, eregida sobre la antigua, que es recrecida pero reduciendo su grosor a un metro. La nueva muralla de cremallera (zigzagueante) se realiza sobre un basamento de mampostería encintada con ladrillos, sobre lo que se levanta un muro de tapial de tierra, posiblemente por la falta de recursos. Junto a ella, en la antigua torre almohade se emplazó un amplio bastión. Todo el Abrehuí se reforma así, una técnica de dudosa estabilidad que con el tiempo se ha hundido y ha sido la principal causa de que los muros del Abrehuí sucumbieran”, narra este arqueólogo jiennense.

Las tropas de Napoleón

Cuando las tropas de Napoleón empezaron a apoderarse de la Península Ibérica, el Abrehuí protagonizó algunas obras de acondicionamiento para que sirviera de estructura defensiva en una hipotética resistencia que nunca se dio, pues los franceses se hicieron con Jaén sin disparar una sola bala. Los oficiales napoleónicos se encontraron así con una fortaleza en la que se habían llevado a cabo obras de adecuación de sus defensas y que ellos completaron para convertir los reales alcázares de Jaén en una gran Plaza Fuerte, para ello elevaron los niveles de uso, colmatando las áreas con fuertes desniveles situadas entre entre las murallas y los afloramientos rocosos, al tiempo que desmochan las torres y el bastión occidental rellenándolas para crear plataformas donde instalar piezas de artillería que cubrirían el flanco oeste del Cerro de Santa Catalina.

Obras para recuperar el Abrehuí.
Obras para recuperar el Abrehuí. / Esther Garrido

Un patrimonio de inmenso valor

Se trata pues de un espacio clave en la historia de la ciudad, un patrimonio cuya recuperación lleva décadas demandando el Área de Historia Medieval de la Universidad de Jaén que encabeza Juan Carlos Castillo. “El valor del Abrehuí es impresionante. Conocemos muy bien el Alcázar Nuevo y sabemos que la construcción del Parador se llevó por delante estructuras históricas. Recuperar esta fortaleza es una forma de cerrar el círculo pero el trabajo no debe quedarse ahí. Hay que recuperar los caminos de acceso y las defensas napoleónicas que hay en las faldas del Cerro y los lienzos tanto de la muralla sur como de la norte. Jaén ganaría muchísimo y el cambio de imagen sería brutal. Recuperaríamos uno de los principales valores de la ciudad, sus reales alcázares”, defiende Juan Carlos Castillo.

Y aunque es este arqueólogo jiennense el que está al mando de la intervención que se está llevando a cabo en el Abrehuí, no está sólo en la tarea de devolver a Jaén uno de sus bienes patrimoniales olvidados. Trabajan también en el proyecto los arqueólogos María Victoria Gutierrez y Jaime Cano; y las arquitectas Isabel Bestue, Carmen Cañones y Rosario Carmona. Su éxito será el de todos los jiennenses.

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