La Catedral de Jaén y el por qué de su dedicación a la Asunción de la Virgen
HISTORIA
La Iglesia Católica celebra esta solemnidad cada 15 de agosto, declarada dogma de fe por el Papa Pío XII en el año 1950
El templo fue consagrado a esta advocación desde 1246, con la conquista de Fernando III sobre la antigua mezquita mayor de la ciudad
Un grupo de devotos resurge la devoción a la Virgen del Tránsito en San Juan
Sus pétreos muros exponen hoy la belleza misma de su frío material, casi maleable, que a través del estudio volumétrico escala la altura de nuestros ojos sobre las dos torres que coronan el skyline jaenero. Hablar de la catedral de Jaén es perderse en elogios, en los rincones más oscuros de sus naves, o en la luz centelleante que atraviesa sus vitrales. Su factura hoy responde a siglos de incansable trabajo, un fruto inconcluso para numerosas generaciones que imaginaron este baluarte renacentista bajo un andamiaje constante. Así, un siglo tras otro, la catedral ha regalado a los jiennenses su estampa más reconocible y clara hasta el presente.
De entre todas las joyas que alberga su interior, esta vez eludiremos cualquiera de ellas para apurar, si es preciso, su carné de identidad. El templo mayor de la diócesis de Jaén está consagrado a la Asunción de la Virgen desde 1246, momento de la conquista cristiana del rey Fernando III, hoy elevado a los altares. Fue el entonces obispo de Córdoba, Gutierre Ruiz Dolea, quien dedicó la antigua mezquita mayor de la ciudad a esta advocación mariana. De hecho, llama la atención cómo el culto cristiano en el mencionado edificio musulmán pervivió cerca de un siglo, hasta 1368 para ser exactos.
Sería ya bajo el báculo de Nicolás de Viedma cuando se derribase esta mezquita para iniciar la construcción de una primigenia catedral gótica. Sin embargo, la historia nos ha repetido en incontables ocasiones cómo aquel proyecto brilló especialmente por sus carencias. Así, en 1551 se iniciaban las obras de la nueva catedral trazada por el afamado arquitecto Andrés de Vandelvira. A través de indulgencias y movimientos estudiados su fábrica se fue enriqueciendo de forma progresiva hasta el año 1801, con la finalización de la iglesia anexa del Sagrario en su ángulo noreste.
La Asunción: un dogma de fe
Como cualquier templo cristiano, la catedral de Jaén está dedicada a un santo o una advocación de Cristo o María. En este caso, fue la Asunción de la Virgen a los cielos la devoción escogida. Los relatos apócrifos y la propia tradición se encargaron de propagar este antiguo culto hacia la madre de Jesús en occidente especialmente a partir del siglo XII, si bien existen documentos escritos sobre este tema fechados entre los siglos II y III. Esta primera doctrina establecía el hecho de que la Virgen, terminada su vida terrenal, había entrado en una fase de tránsito y dormición para ser finalmente asunta al cielo en cuerpo y alma.
Esta creencia entre los cristianos tuvo un importante auge en la época a través de varios teólogos asuncionistas. Una figura clave en la expansión de esta iconografía tan particular fue el propio rey Fernando III de Castilla, que promulgó una eminente devoción a la figura de la Virgen María en cada una de sus conquistas. Y a pesar de que esta doctrina estaba presente en la convicción de miles de obispos no fue hasta 1950 cuando se declaró como dogma de fe a través del llamado "Munificentissimus Deus", definido por el Papa Pío XII.
En la defensa por la asunción a los cielos de María, la catedral jiennense de Vandelvira se erigió en el devenir de los siglos no solo bajo su protección, sino con todo un programa de simbología y referencias a esta advocación. Desde la altura de sus bóvedas y vidrieras hasta el último recoveco de sus retablos albergan un testimonio de esta popular creencia capaz de divinizar aún más el culto mariano en el catolicismo.
Los vestigios asuncionistas
En la fachada retablo que diseñase el gran Eufrasio López de Rojas cualquiera podría deleitarse en un inevitable síndrome de Stendhal. Centrándonos en la iconografía que nos compete de puertas para afuera, la realidad es que dos de estas mismas puertas están protagonizadas por una Virgen asunta: generalmente elevada a los cielos por una nube de ángeles y en actitud de oración. La principal, la denominada Puerta del Perdón, posee un precioso relieve tallado por Julián Roldán. También en la portada del sur el propio Vandelvira planteó un curioso altorrelieve de esta María ascendente.
Ya en el interior, las referencias a la Asunción se multiplican por doquier. En el presbiterio, por ejemplo, un nuevo relieve tallado por Sebastián de Solís ocupa el espacio central del retablo. Pero no solo a través de la propia representación plástica se defendía esta creencia, pues también podemos encontrar algunas antífonas escritas en los accesos laterales del coro (sin mencionar la presencia de este dogma en su sillería): "Assumpta est Maria in caelum Gaudent Angeli", rezan las inscripciones. Incluso, su puerta frontal ostenta el texto de un motete escrito por el maestro de la composición polifónica Cristóbal de Morales: "Exaltata est Sancta Dei Genitrix, super choros angelorum".
Pero si existe una clara alusión a esta Virgen elevada, casi en una intencionada aliteración, las alturas de la catedral albergan un imponente relieve de esta iconografía en sus bóvedas capaz de sorprender hasta al más incrédulo. El cuidado de su gubia sobre la piedra manifiesta un exquisito gusto por estos maestros canteros que no dudaron un ápice a la hora de doblegar esfuerzos incluso si su obra terminaba escapando de la vista de los fieles.
Por otro lado, también la iglesia del Sagrario ofrece al visitante una impresionante pintura con esta advocación. Un enorme cuadro de Mariano Salvador Maella, fechado en 1795, preside hoy el altar central de este edificio de planta ovalada que vino a engrandecer aún más el tesoro artístico de la catedral jiennense. En este óleo, bajo la nube de ángeles, puede admirarse asimismo el apostolado de Jesús contemplando el milagro.
Su culto en la actualidad
En pleno 2024 la veneración a este pasaje tradicional de la vida de María se escapa del conocimiento popular en la mayoría de casos. Su culto, al menos en la capital, no goza de la misma enjundia que antaño, si acaso un pequeño grupo de fieles se afana en los últimos años por resucitar la devoción a la Virgen del Tránsito en la recoleta iglesia de San Juan. No obstante, el Cabildo catedralicio tiene muy en cuenta este día de precepto a la hora de plantear las celebraciones litúrgicas de esta solemnidad.
Después de un repique general de campanas en la víspera de la festividad, el 15 de agosto a las 11:30 horas tiene lugar la celebración de una importante eucaristía en conmemoración de esta advocación a la que se encuentra consagrada el templo. Seguidamente, la Virgen de la Antigua desfila por sus naves en una particular procesión claustral, algo poco común en nuestra diócesis y que marca una de las estampas más curiosas para el público asistente cada año.
Es al término de este acto cuando los jiennenses asisten a uno de los hechos más icónicos de este día y que da sentido a la propia configuración que presenta el edificio con su multitud de balcones alrededor. Se trata de la bendición secular con el Santo Rostro, una tradición rescatada por el Cabildo hace relativamente poco en esa afrenta por recuperar el sentido primigenio con el que se levantó esta edificación como guarda y relicario de tan insigne reliquia.
Cerca de 800 años después, la catedral de Jaén sigue exportando su propio mensaje a los visitantes que cruzan su dintel, en busca de oración o simple admiración. El compendio de artistas que lograron su hechura, sin duda laguna, regalaron la más exquisita pieza de arte para el legado de las futuras generaciones. Así, habrá quien de tanto deleite visual sea capaz de ascender al mismo cielo de la Asunción.
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