El convento que desapareció del centro de Jaén capital

Se ubicó en la plaza de San Francisco, justo en el lugar que hoy ocupa el Palacio de la Diputación Provincial de Jaén

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Foto realizada por Charles Clifford en 1862, con la visita de la Reina Isabel II, y en la que se aprecia la torre. / Red Jaén

Bajo los cimientos del actual Palacio de la Diputación Provincial, en plena plaza de San Francisco, apenas queda ya vestigio alguno del que en su día fue uno de los edificios más emblemáticos de la capital jiennense: el extinto Convento de San Francisco.

El solar que ocupaba este convento ya tenía una fuerte carga histórica. Durante los ocho meses que Fernando III el Santo permaneció en Jaén tras la conquista de 1246, ordenó construir en este lugar un palacio extramuros de la ciudad, junto al cual se levantó la Capilla Real, con la condición de que nunca pudiera ser demolida. Se cree que en este enclave residió el propio monarca en aquellos meses decisivos. Hablamos de la misma zona que hoy ocupan los despachos de la administración provincial, justo encima de una de las calles con más vida ahora de la urbe, la Carrera, pero que en aquel entonces no era más que campo.

En 1354, Pedro I entregó el edificio a los a la orden de los franciscanos, que en 1524 lo cedieron a su vez a los observantes. Desde entonces, el convento se convirtió en un referente espiritual y arquitectónico de la ciudad. Los condes de Torralba fueron sus principales benefactores y patronos de la capilla mayor, donde al final de sus días tuvo su lugar de enterramiento. Fue además el único convento de la provincia que vivió de la caridad, sin propiedades ni censos, en cumplimiento de un estricto voto de pobreza.

Las memorias del convento describen un conjunto monumental de gran valor. Destacaba su patio con claustro de 20 columnas dóricas talladas en una sola pieza, en cuyo centro manaba una fuente manaba. En torno a este espacio colgaban cuadros del pintor Pedro Atanasio, la mayoría perdidos tras la exclaustración, aunque uno de ellos se conserva en el Museo Provincial de Santa Clara. Parte de la solería original de mármol negro y lajas de piedra fue reutilizada en el Palacio de los Salazares.

Enterramientos ilustres

El convento atesoraba también tres cipreses en la actual calle Atarazanas, de los cuales el último fue talado en el último tercio del siglo XX. Bajo el suelo de la actual Diputación aún se encuentran restos del antiguo cenobio, incluidos enterramientos de personalidades ilustres, como Antonio Enríquez, tío de la reina Isabel la Católica.

Según se cuenta en el libro 'El viejo Jaén', de Manuel López, el convento tuvo una sencilla portada y una torre austera, pero era de grandes dimensiones. Se detalla que su iglesia se enriqueció con capillas de nobles que quisieron enterrarse allí y de hecho se apunta a que los propios infantes don Pedro y don Juan, hijos de Sancho IV, que murieron en las guerras contra los árabes, estuvieron enterrados allí durante un tiempo hasta que sus restos fueron trasladados definitivamente al monasterio de las Huelgas en Burgos. Algunos de estos enterramientos ilustres todavía perduran bajo el Palacio Provincial.

Tras la desamortización de 1836, el convento fue derribado en 1867 y en su lugar se levantó en 1870 el Mercado de San Francisco. Años más tarde se construiría el actual edificio de la Diputación. Sin embargo, el proyecto inicial del arquitecto provincial José María Cuenca planteaba conservar parte del claustro, la capilla y las paredes maestras del convento, lo que hubiera permitido mantener vivo un fragmento del patrimonio histórico de Jaén que hoy sólo pervive en la memoria y bajo tierra.

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