Emprender siendo joven en Jaén: "Tiene que gustarte mucho lo que haces, si no es imposible"
Provincia
Iniciar un negocio propio implica enfrentarse a la incertidumbre, la burocracia y la necesidad constante de aprender y adaptarse
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La ilusión de abrir tu propio negocio, hacer las cosas a tu manera y cumplir ese sueño de como ofrecer a los demás lo que mejor se te da hacer es una semilla que muchas personas llevan dentro y poco a poco empieza a florecer, aunque el camino es difícil, especialmente para una provincia donde los datos de emigración de talento joven dejan poca esperanza para los que quieren hacerlo en Jaén.
Sin embargo, hay muchos que sí lo consiguen, apuestan por una vida en su tierra o tras un tiempo fuera, vuelven a sus raíces para emprender, con muchas otras ventajas que también ofrece Jaén. Es el caso de Marta Ramírez, Manuel Pulido y Manuel Reinoso, tres jóvenes de entre 26 y 28 años, y que empezaron hace ya unos años a emprender.
Ser joven y emprender no es fácil aunque el presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Jaén (AJE), Antonio del Moral, considera que emprender en la provincia no es más difícil que en otras zonas de España, pero reconoce que las barreras culturales, formativas y administrativas siguen presentes.
“Creo que la dificultad para emprender en Jaén es parecida al resto de España. Eso sí, el otro día leía los datos del informe que mide el espíritu emprendedor dentro de la Universidad de Jaén, y de 1.184 estudiantes, solo el 15 % veía el emprendimiento como una oportunidad. Un 22 % pensaba en ser empresario y un 30 y algo en trabajar por cuenta ajena. Aun así, ese 15 % nos sitúa como la provincia andaluza con la tasa más alta, incluso por encima de la media española”, apunta.
Para Del Moral, el reto no solo está en los números, sino también en cómo se traslada el mensaje. “Es importante cómo transmitimos el mensaje a los jóvenes para que puedan emprender, para que vean una oportunidad real”, apuntó. Una de las preocupaciones constantes es la migración del talento joven. Del Moral lo reconoce: “Lo hay, sí. Pero también pasa en toda España”. Sin embargo, compartió un ejemplo de otra joven de Jaén. “Ayer tuvimos un encuentro en Baños de la Encina y conocí a una chica, participante en la dinámica ‘Activa la Comarca’. Ella vivía y estudiaba en Madrid, se formó y trabajó con grandes marcas, pero decidió volver y montar su empresa en Baños de la Encina. Quería volver a casa”.
Historias como esta muestran que hay una oportunidad en el retorno del talento, aunque reconoce que Jaén puede parecer menos atractiva que ciudades como Málaga o Madrid. “Siempre digo que existe el salario emocional y la calidad de vida. Por ejemplo, salir un viernes a las dos y diez y estar tomando una cerveza con tus amigos de toda la vida. O si el niño se pone malo, saber que tus padres o suegros están cerca para ayudar”, expresa.
Inicios duros y la incertidumbre
La imagen romántica del joven empresario que transforma una idea en un éxito rotundo contrasta muchas veces con la realidad diaria de jornadas interminables, dificultades para delegar, falta de formación financiera y un sinfín de trabas administrativas. Manuel Pulido conoce bien esa realidad. A sus 26 años, dirige Mantenimientos Pulido, una empresa con sede en Mancha Real, que combina el trabajo agrícola con el mantenimiento de plantas fotovoltaicas. Aunque su padre ya tenía una trayectoria en el campo, fue Manuel quien se unió a él hace seis años y profesionalizó el negocio, lo convirtió en una empresa con una plantilla que ronda los 30 trabajadores por temporada y proyectos en Jaén e incluso fuera de la Andalucía.
“Nosotros empezamos con los desbroces en fincas agrícolas, que es de donde vengo, y poco a poco nos metimos en el mantenimiento de instalaciones fotovoltaicas. Ahora también hacemos limpieza de módulos solares con equipos especiales”, cuenta Pulido. La entrada en el sector de las renovables fue una apuesta arriesgada pero clave, y hoy es uno de los pilares de su actividad.
“Te dicen que emprender es bonito, que puedes ser tu propio jefe… pero nadie te explica lo difícil que es de verdad”, reflexiona Pulido. La falta de formación específica para dirigir una empresa es uno de los mayores hándicaps que señala. “Tú mismo te tienes que profesionalizar. No estás en una empresa viendo cómo se hace, lo aprendes solo, a base de prueba y error”.
Los inicios fueron duros. La incertidumbre de si llegarían clientes, la necesidad de demostrar seriedad en un sector tradicional como la agricultura, donde la juventud a veces se ve con recelo. “En las renovables no he sentido tanto prejuicio, pero en la agricultura sí. Es un mundo de gente mayor, de costumbres, y a veces cuesta que te tomen en serio siendo joven”.
Carga burocrática
La carga burocrática también es una barrera constante. “Es una barbaridad la cantidad de papeles que se necesitan para todo. Cuando empezamos, me encargaba de todo: de los trabajos, de la oficina, de los clientes… Llega un punto en que no puedes más. Mi día empezaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 11 de la noche. Tuvimos que meter a alguien en la oficina para poder seguir”.
La financiación también fue un reto. “Yo tuve la suerte de contar con el respaldo de mi padre, que era conocido en el sector, pero alguien que empieza desde cero y sin conocimientos financieros, lo tiene muy difícil". Pulido considera que deberían existir más apoyos para los jóvenes que quieren emprender, sobre todo en lo que respecta a formación práctica. “No puedes montar un negocio y no saber cómo manejar un Excel o cómo calcular la rentabilidad. Y eso no te lo enseñan si no te lo buscas tú”. A pesar de todo, no pierde la pasión. “Tiene que gustarte lo que haces. Si no, es imposible. Esto no es un trabajo de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Es tu vida, tu empresa, tu equipo”.
Modelo nómada desde Jaén
La historia de Marta Ramírez y su negocio fue el resultado de una etapa de depresión y soledad que transformó en un proyecto de luz en la provincia en la que no existe una tradición de este tipo de negocios dedicados al autocuidado. Fue a los 25 años, cuando encontró en el emprendimiento no solo una salida profesional, sino también un propósito vital. En noviembre de 2023 fundó Intranerso, un proyecto dedicado a la organización de retiros y eventos centrados en el autocuidado, el bienestar emocional y la conexión personal.
“Durante mi peor momento, sentí que no existían espacios donde poder cuidarme ni compartir lo que me pasaba. Así nació la idea: crear esos espacios que a mí me faltaron”, cuenta Marta, que después de una década viviendo en ciudades como Granada, Galicia, Irlanda o Francia, volvió a su ciudad natal para empezar de cero. Consciente de las barreras que implican emprender desde el sector del bienestar en una provincia como Jaén, Marta señala que aún persiste cierto tabú: “Hay mucha resistencia. La gente aún tiene miedo de que se sepa que está asistiendo a talleres de salud mental o espiritualidad. Lo viven en silencio”.
A pesar de las dificultades, Intranerso ha ido creciendo con un modelo nómada y flexible: sin local fijo, cada evento se adapta al tipo de sala y ciudad, desde Málaga hasta Valencia, pasando por la Sierra de Madrid. Esta estrategia le ha permitido no solo reducir costes, sino también ampliar su red y conectar con públicos diversos.
“El principal reto es la incertidumbre. Ser autónoma significa que hay meses buenos y meses muy duros. Y no siempre más eventos significan más ingresos”, explica. Marta ha aprendido por el camino que la clave no está en la cantidad, sino en mantener el foco y no perder de vista el propósito. Esta joven ve el panorama emprendedor en Jaén con optimismo: “Cada vez se fomenta más desde edades tempranas, y espacios como coworkings o asociaciones están sembrando una semilla muy valiosa”. Sin embargo, reconoce que la falta de oportunidades sigue expulsando a los jóvenes. “Yo no me arrepiento. Emprender tan joven ha sido una decisión valiente, pero también reversible. Si en algún momento siento que ya no puedo seguir, tendré la honestidad de parar. Pero por ahora, sigo luchando por este sueño”, concluye.
Falta de información
Manuel Reinoso, un joven de Andújar que con 25 años (hoy hace tres), consiguió lo que muchos jóvenes sueñan, vivir de su vocación y con su propia idea de negocio. Su empresa, Meint Estudio Creativo y Audiovisual, es el resultado de años de esfuerzo, determinación y una visión muy clara sobre lo que quería ser. Lo que empezó como una necesidad para pagarse los estudios de diseñó, terminó convirtiéndose en un proyecto emprendedor.
Desde muy joven, Manuel tuvo claro que el diseño gráfico era lo suyo. “Cuando descubrí el diseño gráfico, se convirtió en mi pasión”, confiesa. Con 18 años se trasladó a Granada para estudiar, trabajaba de camarero en una hamburguesería para poder costearse la carrera y el alquiler, pero ya desde segundo de carrera logró su primer cliente, el mismo restaurante donde trabajaba. Detectó el potencial del negocio y propuso encargarse de su imagen en redes sociales. Aceptaron, y ahí arrancó todo.
Tras dejar la hostelería, Manuel se volcó de lleno en el diseño. Creó una cartera de clientes durante sus años de estudio, y cuando realizó sus prácticas en una agencia especializada en branding en Barcelona, la decisión fue clara: “Me ofrecieron un puesto, pero ganaba más con mis propios clientes, sin haber terminado aún la carrera”, recuerda.
Así nació Meint Estudio Creativo, un espacio desde donde Manuel ofrece servicios de identidad corporativa, diseño gráfico, diseño web, fotografía y vídeo, redes sociales y contenido audiovisual para eventos o marcas. “Cubro todo lo que una empresa necesita para comunicar bien su imagen”, afirma. Iniciar un negocio a los 25 años no fue fácil. A la falta de experiencia se sumaron los retos económicos y burocráticos. “Lo más complicado fue el esfuerzo económico. Invertí en material, en formación, en equipo... Poco a poco fui creciendo y subiendo precios según mejoraba mis recursos y mi experiencia”, explica.
Reinoso lamenta la falta de información sobre ayudas públicas: “Perdí varias subvenciones por no conocerlas. Hay muchas opciones, pero no te enteras si nadie te lo dice”. Pese a ello, destaca el apoyo del CADE (Centro Andaluz de Emprendimiento), donde actualmente tiene su oficina sin coste: “Me ha servido para tener un espacio profesional donde atender a mis clientes, y para validar si realmente necesitaba un despacho”.
Formación en emprendimiento
Aunque admite que vivir en grandes capitales como Barcelona o Madrid puede abrir más puertas a proyectos de mayor prestigio, Manuel defiende el potencial de emprender en Jaén. “Aquí también hay buenas empresas que cada vez valoran más el diseño. Al volver a Andújar, me sorprendí gratamente de las oportunidades que había”, dice. Su espíritu emprendedor lo ha llevado a tocar muchas puertas. Literalmente. “Si abren un nuevo restaurante, yo voy, hablo con el dueño, le ofrezco mis servicios. Hay que buscarse la vida, no esperar a que te encuentren”, afirma con determinación.
Uno de los mayores obstáculos con los que se ha topado es la falta de cultura del diseño. “El gran problema no es ser joven, es que muchos no entienden qué es el diseño, qué implica y lo que puede aportar a su negocio. No lo valoran, lo ven como un gasto y no como una inversión”, señala. Reinoso es optimista sobre el futuro del emprendimiento joven, pero reclama más formación y apoyo institucional. “Necesitamos ayudas reales, y sobre todo, saber que existen. Muchos jóvenes emprenden sin información ni recursos suficientes”, dice. Él lo tiene claro: “Hay que tener coraje y salir a por lo que uno quiere. Porque si tú no te mueves, nadie lo va a hacer por ti”.
Cada uno de estos jóvenes ha sembrado una semilla distinta, pero todas comparten un mismo suelo, el compromiso con sus raíces y con una manera diferente de hacer las cosas. Porque, aunque todavía queda mucho por hacer en materia de formación, apoyo y visibilización, está claro que el emprendimiento joven en Jaén no es una excepción, sino una realidad que crece, silenciosa pero firme.
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