Ruta de migas en Jaén: el plato perfecto para la lluvia y el frío de otoño
¿Dónde están las mejores migas de Jaén? Sigue esta guía con tres sitios recomendados disfrutar del plato más reconfortante del otoño
Tres platos jiennenses con "ajo" en su nombre que no son como esperas
En cuanto el cielo se vuelve gris y las primeras lluvias del otoño caen sobre la provincia, en Jaén emerge un deseo casi ancestral: sentarse alrededor de un buen perol de migas. Aunque en la capital es común comerlas todo el año, incluso como tapa, el frío multiplica su encanto. Las migas vuelven a poner sobre la mesa un sabor a hogar, una tradición compartida y un ritual que une a generaciones enteras.
Con esa atmósfera, proponemos esta ruta para disfrutar de las mejores migas de Jaén. Desde Espeluy hasta las tabernas más castizas del centro, te contamos cuál es la guía imprescindible para quienes buscan disfrutar del otoño con cuchara y pan frito.
1. Restaurante El Puente (Estación de Espeluy)
En la Estación de Espeluy, a pocos minutos en tren o en coche desde la capital, se encuentra un lugar que se ha convertido en fenómeno gastronómico: El Puente, un restaurante en el que cada día se sirven entre 100 y 120 raciones de migas. Su fama ha traspasado las fronteras del municipio y se ha extendido por toda la provincia de Jaén.
Durante más de 30 años, Antonio, su fundador, cocinó estas migas con una técnica depuradísima, transmitida con mimo a sus trabajadores cuando les cedió el local en la primavera de 2023. Ese legado culinario sigue vivo en la actualidad: la receta se conserva intacta y cada perol mantiene la esencia de siempre.
Lola López, una de sus clientas, afirma en Gastroranking que se trata de un restaurante "famoso por sus migas, pero con una gran oferta, variedad y calidad en sus platos". Y es que, si algo caracteriza a estas migas es su forma de servirlas. Llegan a la mesa en un cuenco humeante, acompañadas de una amplia variedad de avíos que permiten personalizar el plato según el gusto de cada comensal. Entre ellos, huevos fritos, chorizo, bacalao, uvas y melón, pimientos fritos, alcachofas, rábanos y pepinos.
Si quieres ir en fin de semana, conviene reservar con antelación, ya que las colas son habituales. También puedes pedirlas para llevar si estás de paso.
2. Taberna 4 Esquinas (Jaén)
Si preguntas a cualquier jiennense por la calle dónde comer migas en el centro, es muy probable que te señalen un pequeño local del casco histórico: la Taberna 4 Esquinas. Su fachada ya lo anuncia con claridad: “Tiene migas”. Y no es un reclamo exagerado. Las opiniones de Google y las valoraciones de GastroRanking coinciden en que sus migas son una tapa imprescindible.
El interior es pequeño, casi recogido, pero tremendamente acogedor. En la terraza, unas mesas altas al estilo andaluz completan la estampa castiza del local. Es un sitio ideal para ir de tapeo y disfrutar de las migas como una de las tapas estrella que suelen acompañar la primera consumición. De hecho, “la tapa de migas estaba excelente” es una frase repetida en sus reseñas.
3. Bar La Barra (Jaén)
En la zona de las tascas de Jaén, en la popular calle Cerón, se encuentra uno de los bares más míticos de la ciudad: La Barra, abierto desde 1959. Aquí las migas no son una sorpresa, sino una institución. Tras la tapa inicial de bollito con morcilla serrana, llega la segunda tapa: unas migas que llevan décadas conquistando paladares.
Los clientes veteranos recomiendan pedir directamente la ración completa con todos sus avíos. El sabor, la textura y el punto de sal mantienen intacta la esencia tradicional. Además, en La Barra no puedes irte sin probar su bebida más icónica: el Rossini, mezcla secreta que se ha convertido en sello de identidad del local. Y es que se ha convertido en un lugar de peregrinación reiterada para jiennenses y turistas, tal y como indica PJ en su comentario de Gastroranking: "Cada vez que visitamos Jaén, acudimos a este bar. Nos gusta su cerveza y sus migas".
Las migas representan en Jaén mucho más que un plato. Son un ritual que reúne a familias enteras alrededor del fogón, un recuerdo de infancia y un gesto de identidad culinaria. En la capital, son uno de los pocos platos tradicionales que se mantienen vivos durante todo el año, incluso como tapa diaria. Y en la provincia, lugares como Espeluy han elevado su fama a niveles provinciales.
Cuando llegan los días fríos, las migas vuelven con más fuerza. El olor del pan frito, el chisporroteo del aceite y el sabor cálido del plato recrean una sensación de refugio que acompaña como pocos alimentos a las tardes de lluvia.
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