Análisis

Luis Carlos Valero

Apuesta por la reconversión

El olivar de Jaén tiene un problema muy grave que es estructural y tiene que competir con nuevas plantaciones muy mecanizadas

Apuesta por la reconversión

Apuesta por la reconversión

Antes de nada me gustaría comenzar este artículo deseando una larga andadura a este medio de comunicación, y esperando que en su devenir dé la importancia que la agricultura y ganadería se merecen en una provincia como la nuestra, dependiente en gran parte del sector del olivar.Y es que cuando hablamos del sector agrario en la provincia, tenemos que centrarnos en un 90 o 95% en este cultivo. El olivar se encuentra en la actualidad en una situación muy drástica por la sequía, que también ha ocasionado un agotamiento casi extremo de los embalses. Tanto en secano como en regadío, el estado es muy preocupante. Aun así, no hay que perder de vista que el olivo es un cultivo mediterráneo que, durante siglos y milenios, ha pasado por diferentes situaciones climáticas adversas.La situación de los agricultores es límite, pese a los precios históricos del aceite de oliva. El incremento del coste de todos los inputs que el agricultor necesita para mantener su producción ha aumentado, en algunos casos, más del 100%. Si a la falta de cosecha se le suma el incremento de los costos, el resultado de la economía jienense es catastrófico.Más allá de todo eso, el olivar de Jaén tiene un problema muy grave que es estructural. Tiene que competir con las nuevas plantaciones altamente mecanizadas que son capaces de producir aceite de oliva virgen extra a un coste en muchos casos tres veces menor al que lo produce nuestro olivar. Este es el reto más importante al que se tiene que enfrentar nuestra agricultura. Y en este sentido, el agua es una cuestión fundamental. La dotación de agua que necesita nuestra provincia para conseguir que en un plazo razonable de tiempo esta reconversión sea una realidad obligaría a cambiar los conceptos y las formas que sobre el agua se tiene en las distintas cuencas, sobre todo en la del Guadalquivir. Si no se prioriza su uso en función del índice de conversión litro de agua-kilo de producto, seguiremos asistiendo a que en otras zonas de la cuenca baja hay que usar cientos de litros para producir un kilo de producto alimenticio, mientras que en nuestro olivar se reduce diez veces el agua para un litro.En el resto de cultivos, tanto de vega como el cereal están al igual que el olivar sometidos a unos avatares más allá de la climatología, como es la Política Agraria Común (PAC), donde cada vez más se deja sentir que la Unión Europea no está a favor de la agricultura.

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