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España no estará en Eurovisión 2026 y ya veremos si con un cambio de Gobierno se cambia la opinión de cara al futuro inmediato porque la baja puede ser prolongada.
La UER aparenta calma y el respaldo de los socios pro-israelíes irredentos, válgame Jehová, como Alemania, Italia o la próxima anfitriona, Austria, contribuirá a esa permanencia de una televisión (la KAN israelí) cuyas influencias vienen interfiriendo en el festival desde hace años. Y en los dos últimos, en plena guerra, aún más, sufragando una de esas fáciles victorias que aparenten ese incondicional apoyo social a sus impunidades. Europa ha perdido aquí la brújula. Israel con sus socios le han doblado el brazo a Occidente y con la patrocinadora israelí, a la UER. Desde el organismo se han zurcido ahora unos cuantos cambios para simular que la manipulación del televoto está controlada. Ante estas condiciones no es digno ni honroso participar en Eurovisión 2026, que presumiblemente ganará Israel con el televoto teledirigido.
RTVE, que está en manos sectarias, en este caso acierta con el pulso mayoritario de la sociedad española. No podemos consentir que prosiga la pantomima.
Israel es un país que atenta contra los derechos humanos de forma indiscriminada más allá de su legítima defensa propia. Y para proseguir con su política, y sentirse un país respaldado, es capaz de movilizar todos los resortes como controlar un festival de Eurovisión que ellos mismos han desprestigiado con su alteración.
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