Viva Franco (Battiato)
Javier González-Cotta
Osborne, el articulista quieto
Quizá fruto de la ingesta masiva de viandas de estas fechas, tengo apariciones nada marianas cada noche. Se me aparece el del medio de Los Chichos en pleno sueño, sí muy a lo Estopa, pero, con lo último en Inteligencia Artificial, cambia de cara y de estribillo. Como un arcángel que anuncia el resto de los pasajes me subraya que todo lo que pienso “son ilusiones, que más me da/ son ilusiones, y así nací/ son ilusiones”.
En un primer momento, apareció el presidente del Gobierno, con un traje de un color indescifrable entre Tinky Winky y Dipsy, decía que él venía a hablar de su libro que, aunque no lo había escrito él, tenía una prosa inmejorable y que salía bastante favorecido, que lo comprara. Le esgrimí que para no leerlos ya tengo a los Planetas (los libros). Cogió un berrinche, se enfadó el zagal y, como no le eché cuentas, me azuzó a Óscar Puente, de carácter pendenciero que, entre blasfemia y exabrupto, me susurraba párrafos enteros. Le dije que se fuera a hacer lo propio a la vía, pero enfiló el vagón de la cafetería y ya no volvió jamás. Allí también montó gresca.
Sánchez, por su parte, antes de esfumarse con sus gafas de sol y placentero vuelo, aún tuvo tiempo para criticarme, muy rumboso él, a Yolanda Díaz: “Porque tú te ves bonita, tú te pones orgullosa, ni más, ni menos, ni más, ni menos”. En la duermevela, entre la vigilia y el sueño, donde todo se nubla, escuché, de lejos, a un predicador que quería hacerme socio de un canal de pago, lo apodan el fantasma de Galapagar, dicen que fue vicepresidente, pero vaya usted a saber.
En la siguiente imagen, pude observar con nitidez a Paco Reyes escribiendo pasajes de los manuales de Sánchez en el encerado. Me aseguró que la amnistía era lo mejor que le había pasado a España en años. Lo dijo con toda la convicción y énfasis posibles. Estuve a punto de creerlo. Perjuró que sí, que ya no tenía dudas y que Pedro era ya su apuesta inequívoca como secretario general del PSOE y amén. Como para abjurar ahora. Sí nos pusimos de acuerdo en la calidad de los espárragos de Bedmar y a otra cosa.
La noche no prometía y en esto ocupó el centro del escenario el presidente Juanma con toda la cohorte en forma de consejo de gobierno, entonando un canto gregoriano, con lamentaciones presupuestarias que no rimaban, pero que sostenían que eran dogma de fe. Les mostré los presupuestos de la Junta para Jaén y se hicieron los longuis, no sin antes acusarme de ateo de forma coral. A continuación, me echaron del templo.
Me sorprendió el formato y no tanto la galería de personajes de la noche. En plena campaña navideña me esperaba un villancico con buenas intenciones y, si acaso, dada las altas horas de la madrugada, alguna imagen picantona de la buena época de Telecinco, con sus planos detalle a lo Lazarov. No, más bien, mi montaje mental estaba inspirado en los vídeos caseros de “Las Mesías”. Rimas fáciles y objetos voladores no identificados, como si me hubiera confundido de pastillas en la mesita de noche.
Literalmente levitando apareció la musa de la derecha española, me ofrecía más libertad y cañas por un tubo, pero soy más de botellín y, además, tocaba retirada. “Libre, libre quiero ser/quiero ser, quiero ser libre/Libre, libre quiero ser/quiero ser, quiero ser libre...” Que perrera cogió la muchacha con la copla.
Deseando que llegara la carta de ajuste, escuché el himno de Jaén cantado, en feliz coro, por la agraciada Asociación Lola Torres. Mientras festejaban la lluvia de millones de la Lotería de Navidad, en un segundo plano muy de Frank Capra, el alcalde de Jaén, Agustín González, en un remedo de James Stewart en “Qué bello es vivir”, negociaba un préstamo con el colectivo para mantener a flote al Ayuntamiento y tunear, de paso, los trenes navideños para que aguanten hasta la puesta en marcha del tranvía. Ea.
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