Viva Franco (Battiato)
Javier González-Cotta
Osborne, el articulista quieto
El tiempo mira al tiempo, lo devora y hace trizas como hacía el monstruo con las galletas en Barrio Sésamo. En 2013 el periodista Francisco Javier Recio publicó en la edición local de El Mundo un artículo titulado como la presente: Cofradía FC. Hablaba ya por entonces del clima soez que envolvía a ciertas cofradías. Aquel año Manuel García fue reelegido hermano mayor de la Macarena frente a un tal Agustín Bello-Conde Valdés. Recio daba cuenta del hooliganismo que había contagiado ya a las hermandades. Solía aflorar en época de elecciones, como aquellas de 2013, en las que el ahora vituperado Fernández Cabrero, tan asociado al Macarena Gate, ocupó el cargo de Consiliario Tercero.
El hooliganismo cofrade ha alcanzado picos delirantes. Hemos pasado de las furtivas pintadas en la capilla de San Andrés por parte del antiguo vestidor de la Virgen de Regla, a ese “¡que los maten!” de una devota con cáncer de pulmón que tronó contra los culpables del cambio de expresión perpetrado en la Macarena y que recogió el programa de Toñi Moreno en Canal Sur TV. Si somos lo que comemos, también somos los programas que vemos.
En 2013 ya se usaban las redes sociales como sumideros. Había hasta vídeos promocionales y eslóganes de campaña entre cofrades no muy distintos de los de los caicus de Iowa. Pero las redes sociales de antaño eran apenas un ínfimo estercolero respecto al albañal de hoy. Claro que históricamente ha habido hasta grescas y peleas a ciriazos entre cofradías por cuestiones de honor (impagable es la batalla de 1915 entre nazarenos de La Estrella y de La Hiniesta). Hoy sabemos de estas históricas trifulcas por lo que tienen de anales en sepia. Que uno sepa, no se ha llegado de momento a las manos en los cabildos. Y, sin embargo, los estrambotes del personal en la era del impudor ha alcanzado picos de auténtica caricatura barroca. Normal el choteo nacional (incluido el de muchos andaluces ajenos al sevillanismo).
Quien esto escribe es número viejo en La Paz y el Calvario. Bien, ¿y qué? Hay quien afirma con inflada papada que las hermandades y cofradías son el gran tejido social que vertebra la ciudad. Si esto fuera así en la Sevilla del siglo XXI, donde el gran foro inútil de la ONU, lo que nos merecemos es un gran roto como ciudad fallida y llena, salvo excepciones, de incapaces, agradaores, tontainas y mindundis.
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