Sin cortafuegos ni cabezas de turco

03 de julio 2025 - 03:09

Pedro Sánchez es el principal cuestionado por los casos de corrupción que afectan a su partido, él escogió a José Luis Ábalos para que dirigiera la organización; como muestra de confianza le encargó la defensa de su moción de censura y, después de su caída, decidió entregarle las llaves de Ferraz a su lugarteniente Santos Cerdán, quien además fue su representante especial en las negociaciones con Puigdemont para su investidura sobre la base de la Ley de Amnistía. Ante las informaciones que apuntaban a los manejos de Cerdán, prefirió solidarizarse con él y agasajarle en familia con una cena en Moncloa, convencido de que la mismas mentiras que, en su opinión, se vertían contra su esposa y su hermano eran empleadas contra el navarro.

Sánchez podrá renovar toda la Ejecutiva federal, pero el interpelado es él, no es el tesorero ni el secretario de ecosistemas lacustres, ni el líder en Galicia ni su representante en Estrasburgo, no hay cortafuegos posibles más allá de que, en efecto, los cambios en la dirección federal deben ir más lejos del nombramiento de un secretario de Organización porque el anterior titular, encarcelado, había ocupado todo el espacio de Ferraz.

La sacudida del próximo sábado en la Ejecutiva no tendrá ninguna repercusión ni en la opinión pública ni en el electorado socialista que pueden ver en la remodelación un modo de salvarse él mediante el sacrificio de los demás.

El Gobierno también está afectado porque la trama lo tenía jaqueado para obtener las mordidas, no hay un muro que separe al partido del Ejecutivo. Uno de los corruptores, el empresario Víctor de Aldama, buscó a la panda para obtener una licencia como operador en el mercado de los hidrocarburos, y esto no se lo facilitó Transportes, sino Transición Ecológica. El mismo intermediario fue contratado por Globalia para que se asegurase y acelerase el rescate de Air Europa, donde intervinieron varios ministerios.

Sánchez, por tanto, debería someterse a una de estas dos cuestiones de confianza: una ante su militancia, mediante un congreso extraordinario que posiblemente ganaría, y otra ante el Congreso, donde sus descomprometidos aliados tendrían que salir de su pereza consentida. La otra opción es una dimisión regeneradora, ni hay cortafuegos ni sirven las cabezas de turco.

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