Freislers y vichinskys

22 de diciembre 2025 - 03:08

Cuando creíamos que era imposible revolcarse aún más en el fango del agravio y la injuria, la izquierda ultrafeminista nos regala una delirante acrobacia difamatoria. Alguien, se dice que una mujer, aunque en estos tiempos que corren resulta preferible no presuponer, ha presentado una denuncia por abusos sexuales contra don Adolfo Suárez, presidente del Gobierno hace casi medio siglo y ya fallecido. Es una absoluta insolvencia no aportar prueba alguna, más allá de la sandez de denunciar en comisaría a un muerto; ridículo que ya sufrimos cuando el entonces juez Baltasar Garzón, hoy expulsado de la judicatura por sentencia del Tribunal Supremo, procedió a solicitar el certificado de defunción del general Franco. Sin evidencias ni denunciado, el recorrido penal de este sainete es ninguno.

Lo que ya no ha sorprendido tanto es la virulencia con la que las señoras Belarra y Montero, líderes de Podemos, aquella formación que venía a cambiar la política, han saltado a la palestra poseídas por un espíritu vengativo y en nada justiciero, a exigir la condena social junto a la inmediata damnatio memoriae para quien lideró la Transición. Y todo ello, insisto, sin aportar prueba documental, pericial o testifical alguna, ni proceder siquiera al análisis del testimonio. Amén de no permitir a nadie que pudiera defender a quien ha sido acusado por esta horda exaltada. Estos juicios vocingleros basados únicamente en las afirmaciones del acusador recuerdan tanto al fiscal Vichinsky de las terribles purgas stalinistas como al juez Freisler del Tribunal del Pueblo alemán en los aterradores años del nazismo.

El objetivo es claro aunque la maniobra sea de una tosquedad estragante. No es otro que atacar para defenderse de la realidad actual en la que se acumulan denuncias de abusos dentro del PSOE y fracasos judiciales para el aberrante planteamiento del feminismo podemita según el cual ninguna mujer miente y su denuncia equivale a sentencia inapelable. Pero además, pretenden destruir el edificio democrático y de convivencia que erigió la Transición. Supongo que vendrán más acusaciones similares y sólo se salvarán los líderes de entonces felizmente vivos. Y porque pueden ir al juzgado. Ya no se ocultan en su desesperada maniobra. Odian a lo que llaman “Régimen del 78” porque no les permite, como Estado de derecho y Libertades, imponer su programa estatista, antiliberal, liberticida, socializante y opresor.

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