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EN LINEA
El esfuerzo logístico de Koldo y compañía para hacer su particular ruta gastronómica de bocados ajenos por la provincia, antaño nutrida red de lupanares, es digna de elogio. Un alambicado proceso de recursos humanos en el algoritmo calenturiento del cortador de troncos. La pieza publicada por el compañero Ibáñez, en este diario, deja en evidencia el apetito voraz de los compadres y sus grandes preocupaciones mundanas, entre mitin y mitin. Un Glovo carnal, desenfrenado, desencadenado y que, en buena parte de los casos, acababa en final feliz: trabajo en empresa pública.
Normal que, a la postre, un disco duro acabe en semejantes partes de una actriz porno, todo encaja en esta serie B de la corrupción en España. “Soy feminista porque soy socialista” decía Ábalos con una media sonrisa en un vídeo que aún pulula por la red y añadía ufano que está en su ADN... La carátula ideológica sirve para muchas cosas, pero la cabra tira al monte cuando existe el ecosistema adecuado. Hay quienes diferencian entre corruptos cutres y premium, quizá cuando el nivel ético de la sociedad española sea más alto, no haya que cuantificar sobre el almidón de los cuellos de la camisa, así nos ahorraríamos carreras meteóricas como las de algunos protagonistas de este docudrama, con manchas suficientes en su currículum como para estar vetados de la cosa pública.
De vuelta al poco aplicado ministro de Fomento, que debía tener la red de carreteras en la cabeza, sorprenden sus carencias en materia ferroviaria y en vías de la provincia. Porque hasta para eso requería de los servicios de Koldo. Nacionales, una “mierda”, espetaba el grandullón al ministro para sacarle del error de que en Jaén no hay línea recta en nuestras comunicaciones. Y eso que como clase dirigente no pisaban el tren, “ni de coña” hubiera contestado el hombre para todo en un hipotético caso. Saben nuestros sufridos lectores que el binomio Jaén y tren es un jarro de agua caliente en el deseo de viajar, un bajonazo en toda regla, no hay lujuria en nuestras vías.
Sin embargo, a pesar de los gatillazos continuos que soportamos en nuestros servicios ferroviarios, una ruleta rusa de despropósitos, parece que se ha interiorizado que esto es así, lo que nos merecemos. Ni siquiera ahora que el resto de España se ha “jaenizado” y sufren esporádicamente lo que padecemos a diario, llevamos la voz cantante. Silencio administrativo. Convengamos que tenemos lo que nos merecemos.
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