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José Manuel Serrano
El golpe de Julio ‘Ali’
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De un tiempo a esta parte la nómina de “resentidos” con el actual modelo de gestión y liderazgo del PSOE crecía exponencialmente y no sólo algunos pesos pesados que lo fueron o los necesarios versos sueltos, también esos simpatizantes atónitos a los que se le exigía un triple mortal de fe a cada instante. Esa militancia es difícil de cuantificar, pero es capaz de abstraerse de mensajes manufacturados en redes y bisoños desde un punto de vista racional y exige algo más que una escenificación del duelo y una auditoría externa. Se intenta tapar el sol con un dedo e, incluso, se ponderan las situaciones excepcionales que afronta el líder como si Pedro Sánchez pasara por allí, ajeno a todo, como si no hubiera tomado decisiones que afectan a los principales personajes de la trama, antes, durante y después.
Ahora, las entrañas del partido explotan en directo con la casquería de Ábalos y su troupe, esa singular familia de la tele en abierto para todas las cadenas y en horario infantil. Sexo, mentiras y audios. El rigor del verano se adelanta, “¡Fai un sol de carallo!”, el traje negro y el gesto desencajado de un presidente lorquiano que estará de luto, al menos, hasta 2027, forman parte de la escenografía del duelo. Pero las psicofonías vergonzantes nos acompañarán durante meses, al igual que las apariencias, el odio, las envidias y todas las subtramas propias de la casa de Bernarda Alba de la calle Ferraz, número 68.
Antes que el informe de la UCO pusiera nombre y geolocalización a parte de las fechorías, incluso hubo quienes como el ministro Puente tuvieron la osadía de descalificar a un Eduardo Madina que debería ser patrimonio moral del partido. El estado de nerviosismo es tal que se ataca a los compañeros por poner el foco en la podredumbre de fontaneras, chulos y demás prendas que pulularon por el Gobierno y por una sede afectada de aluminosis ética. Todo vale para fijar un seguidismo ramplón, incluso criticar a un candidato que lo fue a liderar a los socialistas, víctima del terrorismo y que tiene un concepto bastante alejado de esta política zafia, chusca, pendenciera y tabernaria que define a España en los últimos años.
Pero del flujo de aguas residuales que emergen subrayadas en el informe de la Guardia Civil, se encuentra esa delicada parte que menciona uno de los pecados originales de la trama. Esos votos de más en la urna para elegir secretario general del partido tienen nombre y apellidos. No hay máquina de fango detrás, ni fachosfera selecta, ni poderes económicos moviendo hilos... son compinches dispuestos a todo por mantenerse en el poder. Todo duele, pero ese episodio lejos de ser anecdótico es definitorio de una era. Y Sánchez lo sabe. Es el PSOE practicando el canibalismo, devorándose a sí mismo. Os Resentidos lo cantaban en otra movida, autóctona: “Safaris do porco, filloas de sangue. Galicia embutida: ¡Fai un sol de carallo! ¡Galicia caníbal!”
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