
VERICUETOS
Raúl Cueto
Ucronía
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En las últimas semanas, hay un runrún cada vez mayor sobre la hipotética aparición de un nuevo partido en el bloque de la derecha en España. Una formación nueva, a caballo entre el Partido Popular y VOX en el que desencantados del partido de Abascal y exiliados del sector riverista de Ciudadanos, tratarían de hacerse un hueco electoral cara unas próximas elecciones. Un rumor que se multiplica a cada aparición pública de su presumible líder, Iván Espinosa de los Monteros, por los diferentes platós, estudios, tribunas e incluso podcast, de la prensa y canales de comunicación de nuestro país.
¿Tiene sentido un tercer partido de derechas en España? Es una cuestión interesante de analizar. A priori puede parecer que el votante de derechas moderado tiene su voto fidelizado en el Partido Popular y que los más conservadores tienen su opción en un VOX que en las últimas semanas se ha visto incluso reforzado por el hecho de haber sido incluido Abascal en la terna de dirigentes de la nueva ola anti-woke que capitanean Milei y Trump. Sin contar además que, aunque parece que el suflé se ha deshinchado tras las europeas, el partido SALF del controvertido Alvise Pérez capta también a una parte del público conservador en España.
Pero si uno permanece atento a lo que se cuece en las diferentes RRSS, el empeño de Feijóo en convertir al PP en un partido de corte socialdemócrata, confirmado con su apoyo al Gobierno en el decreto “minibús” de las pensiones después de la enésima concesión de Sánchez a Puigdemont, hace que el creciente sector liberal –ese que siempre aparece huérfano de partido- reniegue tanto de la deriva socialista del PP y del ultraconservacionismo de VOX, dejando un hueco a muchos votantes de derechas que se debaten entre el voto con la nariz tapada o el abstencionismo en un hipotético adelanto electoral.
Y es precisamente ese caldo de cultivo de la orfandad de un proyecto de corte verdaderamente liberal, por el que se está generando ese runrún que quizá sea más un anhelo que una realidad, pero que parece que encontraría acomodo electoral instantáneo si este goza de un liderazgo carismático capaz de ilusionar. La cuestión sería ver a qué parte del bloque de derechas, pasaría factura este nuevo partido y como de decisivo podría llegar a para formar un futuro gobierno. Porque es sabido que los partidos bisagra acaban siendo fagocitados por partidos de mayor tamaño.
Lo que parece claro es que existe una masa social que parece dispuesta a apostar por una formación nítidamente liberal, de espíritu reformista. Que aborde espinosas cuestiones como la reforma electoral, pensiones, mercado laboral, etcétera sin ningún tipo de complejos y que no le tiemblen las piernas a la hora de la verdad y anteponga los sillones a las reformas. El hueco está ahí, esperando ser conquistado. Si finalmente alguien relevante se decide a dar el paso, vayan haciendo sitio en la derecha.
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