Crónica personal
Pilar Cernuda
Salazar, otra pesadilla
Ahora que llega la época de Navidad, es cuando tenemos que dignificar la hermosura del viejo Jaén: la grandeza de sus monumentos, desde la catedral hasta los restos de la puerta de Martos, travesía que forma una línea recta y que nos conecta con nuestros antepasados y con nuestras tradiciones. Imagínense, si en esta línea, el asfalto se sustituyera por adoquinado, convirtiéndose este acto en un homenaje al Jaén que sólo queda en las antiguas fotografías.
El origen de la personalidad de una ciudad se forma en su casco histórico. Y Jaén, al ser una ciudad pequeña, esta circunstancia se materializa con mucha claridad. El resto de los habitantes de la ciudad son descendientes de la montaña jaenera, que huyeron al valle creyendo encontrar un progreso, que al final se convirtió en una impostura, pues el gobernante siguiendo los mandatos del capitalismo más cruel ha desmontado, ha desfigurado la vieja y céntrica ciudad trasladándola a las afueras. El comercio del centro, antaño, tan prospero ha sido destruido por las grandes superficies, que si bien han generado empleo (no mucho), han acabado con numerosas familias de autónomos que posibilitaban una mejor distribución de la riqueza, quedándose además ésta en la ciudad.
Sin embargo, ahora, este dinero que el jaenés de forma compulsiva se gasta en las grandes superficies emigra a la cartera de unas cuantas familias pudientes de la alta empresa española que siguen siendo más ricas y el resto de los mortales nos conformamos con tener un sueldo de lo más precario.
Pero sigamos hablando del viejo Jaén, y de sus joyas, Hay en la ciudad del lagarto una hermosa basílica que durante mucho tiempo ha estado eclipsada por la catedral. Me estoy refiriendo a la piedra de San Ildefonso con sus tres portadas sublimes: la gótica, la renancentista y la neoclásica. Vivir en el arrabal en el que se apareció la Virgen de la Capilla es un lujo. Y hablando de la vivienda, es indignante ver como en ciudades como ésta el acceso a la misma también es casi imposible.
Da mucha tristeza ver noticias en las que se informa de los sueldos de nuestros gobernantes, tan estratosféricos que piensas que son auténticos dioses en su gestión.
Queridos nuestros, representantes míos, hagan de una vez por todas de Jaén una ciudad habitable. Inviertan en vivienda, protejan el pequeño comercio. Piensen en una foto, pero no se la hagan en la inmensidad fría de una explanada de un gran centro comercial, sino que su emplazamiento sea la belleza de una tienda con solera de la plaza de la Constitución, junto a la estatua de Bernabé Soriano, un jaenero de los de verdad.
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