Víctor J. Vázquez

Los límites de la ideología

Monticello

04 de agosto 2025 - 03:11

Las ideas se tienen, en las creencias se está. La frase es de Ortega y, con ella, el filósofo quiso deslindar dos dimensiones de nuestra experiencia. Las creencias serían el lugar desde el que nos damos repuesta a lo que somos, y las ideas una elección fungible, de tal forma que lo normal sería cambiar de ellas durante la vida. Tras la diferenciación de Ortega late un optimismo respecto a nuestra predisposición para ser convencidos con argumentos y, tal vez, una crítica liberal a las religiones políticas, a los totalitarismos de su siglo. Desde esta distinción, nuestra realidad nos invita a otra reflexión sobre los propios límites de las ideologías y la supervivencia de ese eje derecha-izquierda con el que ordenábamos topológicamente la política y nuestro voto. Con respecto a la derecha, resulta difícil negar la disolución nihilista que se produce en el mundo conservador. La descomposición del partido republicano como tradición política, convertido en una agrupación de electores con fobias compartidas, ha sido anticipo de un fenómeno global, en el que, bajo la máscara de lo políticamente incorrecto, se va erosionando el vínculo de la tradición conservadora con el escepticismo y la belleza, para reconocerse en ámbitos de socialización donde los padres de derechas admiran los aquelarres de sus hijos, llamando hijo de puta al presidente, o la motosierra verbal, en cualquiera de sus dialectos primitivos. La dificultad conservadora para apelar a sus raíces cristianas frente al genocidio gazatí, denota hasta qué punto es hoy superior su fidelidad a quien canaliza sus odios que al nervio de su tradición. La derecha está perdiendo la aversión a la crueldad. Frente a eso, la izquierda apela a la necesidad de un frente amplio, pero dicha apelación enmascara, por lo común, una vuelta de tuerca sectaria a su identidad que niega la dignidad al adversario político y busca rentabilizar electoralmente una división forzada de la comunidad bajo la lógica amigo-enemigo. El argumento de que son exigencias de este enfrentamiento sirve a la izquierda para indultar su deslealtad a presupuestos tan básicos para la democracia como la separación de poderes o el Estado de Derecho. Esta combinación del nihilismo de las derechas y el sectarismo de las izquierdas define el marco emocional que hemos llamado polarización política, dentro del cual hallamos también los límites de nuestra ideología ya que, en este ecosistema electoral de la inquina, para muchos no será del todo posible, de una forma veraz, tener ideas, estar en lo que se cree.

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