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Ha sido casualidad, ¿o eso en política no existe? pero lo cierto es que el 21 Congreso del PP coincide con todo el escándalo de corrupción de la trama que formaban, por ahora que sepamos, Ábalos, Koldo y Santos Cerdán. Mirándolo de otra perspectiva más allá de la que cada día tenemos delante, los populares están haciendo su particular transición con total tranquilidad y sin que haya excesivos focos. ¿Al estilo gallego? Lo cierto es que están pasando cosas.
Juanma Moreno ha liderado la ponencia política y la presentó en Sevilla el pasado martes, con un calor infernal, a donde acudieron otro presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, una alcaldesa, la de Zaragoza, y una eurodiputada, de Madrid. Todos adaptaron su agenda a la del líder andaluz.
El día siguiente sucedía lo propio con la ponencia de Estatutos. El lugar de presentación era Murcia. López Miras era el anfitrión de María Guardiola, presidenta de Extremadura; la alcaldesa de Santander, Gema Igual; y el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, Daniel Sirera.
Está claro dónde quería Feijóo poner el foco. Seguimos. En la ponencia política se prevé pactar con Vox, “sin cordones arbitrarios” pero lo hará “sin subastas políticas y sin renunciar a sus principios y valores”. Es decir, que sí pero que ya veremos... Con las elecciones internas ha sucedido más o menos igual. Se elimina la doble urna, y podrán presentarse para liderar el partido quienes tengan 500 avales “de, al menos, 25 provincias distintas con un mínimo de 15 avales en cada una de ellas”.
Probablemente resulte erróneo calificar ambas cosas como cláusulas “anti Ayuso” pero tampoco se puede negar que parece que lo que se recoge no es precisamente lo que transpira la presidenta madrileña. Está abierto un plazo de alegaciones toda esta semana que se presenta interesante.
No sabemos a dónde llegará Feijóo después de la crisis socialista, ni si habrá elecciones más pronto que tarde... aunque se puede intuir que las urnas están más cerca de lo que los socialistas afirman. Los expertos dicen que los incendios forestales se apagan en invierno y que las obras contra la sequía se hacen cuando más está lloviendo. Feijóo seguramente no sepa mucho de esto último, pero de incendios sí. No cabe duda. Lo está demostrando.
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