Montoro sin antifaz... y sin látigo

Cristóbal Montoro, ante un 'maltrago'.
Cristóbal Montoro, ante un 'maltrago'. / EFE/ Chema Moya

20 de julio 2025 - 10:41

Al pie de la letra dictaban las gasísticas las leyes que les aumentaban la cuenta de resultados en la época en que un ministro de Jaén, para más inri, nos tenía “amenazados” con una Hacienda que disparaba a diestra y siniestra. Todos éramos 'Lolas Flores' hasta que no se demostrara lo contrario, da igual que no supiéramos ni llevar el compás.

Estupendo equipo económico el que llevaba a otro nivel lo del manido ‘lobby’, qué necesidad tienes de influir en la toma de decisiones a tu favor, si cuentas con un amanuense en el Gobierno que, presuntamente, sólo le pone un lazo al borrador de un texto legal al que no le corrige ni una coma. “Es la economía, estúpido” nos podía gritar también aquel Montoro que glosaba, sobre el papel, el milagro económico que suponía el PP en contraposición con los manirrotos del PSOE.

No resulta ya ni paradójico que quien nos fustigaba con el látigo, quien utilizaba el atril para amenazar y tirar de las listas negras, tuviera una doble moral en la que daba y recibía, sin necesidad de antifaz ni chaleco con tachuelas.

Hoy, el lobo con piel de cordero que atemorizó a su propia bancada con las dichosas paralelas, recibe lo suyo hasta de antiguos compañeros de partido que esperaban turno para cuando cayera en desgracia.

El sadomasoquismo ideológico que nos recetan nuestros líderes requiere de una gran dosis de promiscuidad de valores. Se busca con afán la letra pequeña para intentar explicar la enésima cabriola de la santidad de turno en apuros. Un vano intento de explicarles para poder justificarnos. Perdonarlos, aunque sí saben lo que hacen.

El común de los mortales tiene que dejarlos en 'mute' para seguir con nuestras cuitas mundanas, aunque luego están los asalariados de partido, capaces de estar agazapados en pleno fuego amigo, hacer escorzos en el alambre y caer de pie, ahora sí, al hilo de otra corrupción. Matrix es Barrio Sésamo, comparado con su alambicado razonamiento político. Lo de la paja y la viga en ojo ajeno lo dejamos sólo para los creyentes.

“Aquí no hay prostitutas, mordidas ni colocación de amigas” salía a la palestra el también ligado a esta tierra y a la sazón vicesecretario del PP, Juan Bravo. Pues ya estaría, pelillos a la mar. Y es verdad que hasta para trincar siempre hubo clases, estilo y maneras.

En estos meses torrentianos no hay moraleja que llevarse a la boca. El listón ético en España es un traje holgado que vale para cualquier temporada y Europa, como en tantas cosas, sigue cogiendo a trasmano. Seguimos a dieta de escrúpulos.

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