Crónica personal
Pilar Cernuda
Salazar, otra pesadilla
Que nadie duerma, que todos me escuchen, que me hagan caso y piensen un poco en mí. Esta frase puede ser una proclama, por qué no, contra la indiferencia que sufre el escritor o el poeta, el pintor o el escultor, cuando nadie le hace caso a sus creaciones. Hay mucho trabajo detrás, mucha soledad, como dicen todos los grandes artistas.
El arte de escribir, para algunos, es algo que debe de hacerse en completo silencio, sin ningún tipo de contaminación, es decir, en absoluta soledad.
Sin embargo, yo, desde mi humilde opinión y siendo un aprendiz que nunca llegará a nada, pienso que al ejercicio de escribir siempre le viene bien el acompañamiento de la música. Me refiero, evidentemente, a la clásica. Pudiendo también escuchar a autores contemporáneos que los hay con mucha calidad.
Así pues, en la penumbra del salón, estoy escribiendo en grata compañía, escuchando las magníficas Variaciones Goldberg, el último encargo de la editorial, y realmente no sé lo que voy a contar.
Escribir por encargo es una losa que tenemos que aguantar, si queremos ser algo en este mundo. Ojo, que mi pretensión no es ser alguien, es, como he dicho antes, seguir aprendiendo.
Mi cuento, quizá hable de la indiferencia, de la impostura de escribir, de crear… El protagonista va a ser un escritor, con cierto éxito, que escribe al amor y a la amistad, y se siento solo porque parte de sus amigos e incluso de las personas que quiere no le prestan atención. Él desea que ellos sean partícipes de sus éxitos, y, sin embargo, no lo consigue. Se produce todo lo contrario, la famosa indiferencia.
Es un cuento que, como todos los relatos, no va a necesitar de un gran desarrollo, bastará con un poco de ritmo y una buena historia en la que se digan grandes verdades, que serán las mías y que, ciertamente, no tienen que ser aceptadas por los demás.
Pues estos seguirán en su indiferencia. Pensando que lo que hacemos no tienen ningún valor, pues no estamos dentro del circuito de sus emociones.
Las Variaciones Goldberg curan las almas.
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