Pecados capitales

Javier Aureliano García, Santos Cerdán y Juan Carlos I.
Javier Aureliano García, Santos Cerdán y Juan Carlos I.

23 de noviembre 2025 - 12:03

La tentación se presenta en múltiples formas y toca por igual a familias ‘pata negra’, políticos de base marxista, de misa diaria o sindicalistas de ocasión. Es la lujuria de compras ilimitadas en el Corte Inglés (Paqui, que te pierdes), el todo incluido durante todo el año, cuentas en paraísos fiscales, un deportivo más en el garaje o una fuerte adicción a las mariscadas. La detención en Almería del presidente de la Diputación y líder del PP, Javier Aureliano García, y su corte cercana es otra pésima noticia para el Gobierno de Juanma Moreno. Es Almería una provincia capital para la mayoría popular en Andalucía y, además, donde VOX tiene un fértil invernadero de votos con la inmigración y sus derivadas orquestadas. Sorprendió a los dirigentes regionales del PP que figuras jóvenes y emergentes, “sin cargas familiares” (sic), buenas personas, ‘católicas, apostólicas y romanas’ faltó añadir, fueran tentadas por Belcebú de manera tan vergonzante. Las mascarillas, otra vez, como gran oportunidad de saqueo en la desgracia.

Otros ven la oportunidad, en la costosa construcción de puentes, túneles o autovías de presupuestos ilimitados, siempre revisados al alza. Es el coste de la vida y los porcentajes corruptos. Ingeniería financiera y presupuestaria, con empresas pantalla, todos prestos a trincar del manjar público.

Pensaría Santos Cerdán -que puede tener materia gris casi a la par de la mítica de Fraga- que, si un partido como Ciu hizo del 3% una manera de entender la cosa pública en Cataluña con grandes resultados y nula condena jurídica y social, él y su peculiar ‘cosa nostra’, urdida desde la humilde casa de los Milagros, bien podrían ascender socialmente más allá de un ático en Madrid, que se antojaba sólo la primera parada.

La cúpula socialista da por amortizada, al menos eso dicen de puertas hacia fuera, esa amalgama chusca de desenfreno de Koldo y Ábalos y la trama corrupta del monje navarro, “el mejor secretario de organización que ha tenido el PSOE”. Palabras más, palabras menos. Es difícil calibrar la frontera entre el deseo y la realidad.

De la necesidad virtud, el fiscal general del Estado cae en desgracia jurídica y es condenado a falta de ver cómo y por qué. Aunque proliferen argumentarios de “golpe blando”, la derecha judicial y demás argumentario frentista, cabría preguntarse si fue buena idea comprometer una figura de tan alto valor en tareas propias de “fontanería” política o si el fin justifica los medios, pero quién tiene tiempo para leer a Maquiavelo y su obra “El Príncipe”. Otros antes que él, ante presiones partidistas sin decoro alguno, decidieron dimitir y hacer 'mutis por el foro'.

Se trata, ahora, de sacar partido de la caída de esta torre para la partida eterna entre Ayuso y su eminencia gris, Miguel Ángel Rodríguez, y, al otro lado, Sánchez que dio por perdido hace tiempo el tablero madrileño, pero lo aprovecha y mucho en el resto de España.

En semana de hitos históricos, uno de los principales protagonistas de la Transición (esa etapa crucial e histórica sobre la que se construyó nuestra imberbe democracia) es hoy un desmadejado rey en el exilio. Su altura menguante en la opinión pública tiene que ver, precisamente, con creerse un elegido que no debe rendir cuentas ante nadie y con licencia para medrar. Le parecieron poco pagados sus servicios y su linaje Borbón hizo el resto. Su fortuna le pareció escasa, y más allá del vigor de sus escarceos, apostó por un bono para la jubilación regalo de sus amigos árabes. Un lamparón en su egregia figura. Mientras glosan su papel en aquel instante histórico, uno no puede dejar de mirar la mancha de su traje y pensar en su mala cabeza, de la corona al capirote.

Los pecados capitales mutan, pero en esencia son siempre los mismos: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.

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