Pedro el gafe

Joder, Pedro… mira que ya es mala suerte lo tuyo. Es imposible no sentir pena por ti. Tú, que viniste al mundo para librarnos de la corrupción... ¡Qué incomprendido eres! ¡Qué empeñados están todos en condenarte como el culpable de todo, cuando en realidad eres la gran víctima del sistema! Tú Pedro, en realidad eres un incomprendido. Una buena persona, un político digno al que le ha dado la espalda la suerte.

Porque hay que tener mala suerte para descubrir que, con lo que te costó llegar a la secretaría general de tu partido, se descubra que fuera bajo unas primarias amañadas. Es mala suerte que confíes en tu mano derecha para un Ministerio y la Secretaría de Organización socialista y que te salga rana. Un bribón con aires de Torrente que se repartía mordidas y colocaba prostitutas en Ministerios y empresas públicas sin que tú supieras nada. Pero no pasa nada, Pedro. Una mala tarde la tiene cualquiera.

Es mal fario, Pedro, que luego de echarlo, con el disgusto que te llevaste con tu querido José Luis, le dieras tu confianza y las llaves del partido a tu amigo y compañero Santos y que este fuera el jefe de la trama. Qué mala suerte macho. Tropezar dos veces con la misma piedra. “¿Et tu Brute?”. Pero nada Pedro, la gente no es capaz de empatizar con tu disgusto. La gente se queda solo con que tú le nombraste, pero nadie piensa en como te has sentido después enterarte repentinamente de sus conchabeos.

Es mala suerte, tío. Que de los cuatro que os subisteis al Peugeot a recorrer España para limpiar la política de la corrupción, solo tú seas el honrado. Es mala suerte que sea tu Fiscal General el primero de la historia al que van a sentar en un banquillo de los acusados. Es mala, pero qué mala suerte, que sea precisamente tu hermano al que hayan enchufado en una Diputación extremeña con un escándalo tal que uno de tus barones se haya tenido que acoger a una aforación express para evitar la intervención de la justicia. Es mala suerte, mal fario, una especie de mal de ojo o mal fario, que de las dos personas de tu matrimonio, seas tú el único legal.

Es tal la impotencia que siento… ver que todo te sale mal. Tus amigos. Tus compañeros. Tus cargos. Hasta tu mujer y tu hermano… ¿Pero en quién podemos confiar? Ni familia ni amigos… ¡Que dura tiene que ser tu soledad! Y que nadie en este país se ponga en tu piel… Por favor, ¡que deshumanidad! Pedro. El incomprendido. El traicionado. Abandonado y apuñalado por la espalda. Pedro el desafortunado. El de la mala estrella. Mira que eres gafe, Pedro.