Respuesta a la carta

31 de octubre 2025 - 08:00

Querido bisabuelo, celebro esta carta que acabas de dejarme en el salón. Llevo un tiempo sin trabajar, y estoy obsesionado con leer y escribir. Siento la necesidad, como sabes, de contar tu historia.

Todos los martes, a partir de las once, doy un paseo por el casco viejo con un grupo de señoras mayores que están muy interesadas en descubrir, de nuevo, la antigua ciudad. Son muy observadoras y con una formación excelente. Aunque parezca que yo les hago un favor al hacer de guía, ocurre todo lo contrario, ellas, con su predisposición a saber y a seguir aprendiendo, me dan la vida.

Este martes anterior, estuvimos en la plaza de la Merced, me imaginé esas noches tuyas, con Jesús de los Descalzos, en las que la luna, partida por su noche, se reflejaba en el agua de la fuente nueva, y un viento, que soplaba su envidia desde la montaña de Jabalcuz, la borraba en un instante.

Quiero que en mi corazón surja la llama de tu sentimiento, cuando el Viernes Santo, el señor de la Merced nos hacía sentirnos más buenos y viejos.

La plaza de la Merced es heredera de un Renacimiento viejo, eclipsada por el maestro de Alcaraz, Andrés de Vandelvira que la hundió en una pesadumbre eterna cuando las torres de su convento descubrieron la catedral.

Te sigo esperando en mis sueños, te recuerdo en mis oraciones. Qué hermoso sería que te aparecieras en alguna de estas noches de otoño, cuando la tarde desaparece por los cerros que rodean nuestra ciudad que, por cierto, ya no es la misma en la que tu viviste.

El animal de la especulación ha acabado con ella. ¿Te acuerdas del teatro Cervantes, que tanto te gustaba como me contó la abuela? Fue demolido con nocturnidad y alevosía por los llamados prohombres de la ciudad. Nadie fue capaz de alzar la voz ante semejante crimen.

Sin embargo, a pesar de todo, la ciudad tiene cierta belleza derramada por algunas calles y palacios. Y la soberbia de sus habitantes claudica ante la hermosura de la catedral que tanto echaste de menos, cuando tuviste que exiliarte y dejar de ser hijo de esta ingrata tierra.

Un beso.

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