A trancas y barrancas

VERICUETOS

25 de enero 2025 - 10:44

Una sociedad sana debe reírse de sí misma y, sobre todo, de su clase dirigente. Ello es síntoma de libertad de expresión y normalidad democrática. Lo contrario sería custodiar el segundo libro de Poética de Aristóteles y envenenar sus bordes… Reír es una cualidad humana que ayuda a relativizar la seriedad de nuestros problemas y la profundidad de nuestros pensamientos. Puede denotar inteligencia, si bien su exceso lobotomiza; todo depende del contenido y la ironía que contemple el acto provocador de la carcajada, así como de su contexto. Es decir, si la idea es creativa, original y sorprendente, el receptor adquiere una nueva perspectiva sobre algo que hasta entonces no estaba sujeto a una interpretación humorística. Ese es el arte del chiste, que los andaluces dominamos de forma natural para envidia del resto de mortales.

Reírse del histrionismo político es, por tanto, un ejercicio saludable. Pero en la actualidad estamos asistiendo a un nuevo club de la comedia, donde es la disciplina de partido la que redacta el manual de identidad a aplicar en según qué programas de televisión en horario de máxima audiencia. Así pues, la risa justificada se le infiere al militante de las ideas afines, denostando la risa del contrincante y haciendo que, en función de la ideología de cada cual, uno se ría de unas cosas y no de otras. Volvemos así a la eterna elección entre el “por la Gracia de Dios” o el “porque Dios era muy gracioso”, resultando subversivo u ofensivo reírnos de ciertos temas, según se vote al Frente Popular o a la CEDA. Porque hemos vuelto a esa dicotomía, téngalo claro usted…

Lo que antes iba por barrios ahora va por hormigas y bombos, al gusto del consumidor. Porque usted ya no es votante, sino cliente; no se le vaya a olvidar el pareado… Y mientras por otros lares se hacen saludos nazis sin pudor alguno dando por comenzado un nuevo siglo, aquí en España nos reímos recién cenados para evadirnos del mundo; como siempre, como cuando vamos de bares para huir de nuestros males (otro pareado que les dejo de balde). Cada noche, frente a la pantalla de turno, nos tenemos que posicionar, convirtiendo los datos de audiencia en un sondeo electoral de primera magnitud. De ahí la importancia de la risa, transformada ya en un instrumento de propaganda del aparato político; y eso, mire usted, ya no tiene tanta gracia.

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