Viva Franco (Battiato)
Javier González-Cotta
Osborne, el articulista quieto
Las inundaciones del condado tejano de Kerr, el más dañado de los cinco afectados, sumaban ayer 82 víctimas y decenas de desaparecidos. 28 de las víctimas y 10 de los desaparecidos son niñas que participaban en un campamento cristiano de verano en la ribera del río Guadalupe. Un muro de agua de nueve metros lo arrolló mientras dormían. Andan ahora las autoridades tirándose las responsabilidades a la cabeza. Pero las niñas ahogadas están ahogadas. La muerte es irreversible.
El necesario establecimiento de responsabilidades no resucita a las ahogadas ni consuela a sus familias. El campamento estaba instalado desde hace muchos años en una zona que se sabe inundable. Las autoridades del condado echan la culpa a la falta de alarmas externas, como las de los tornados, que no se instalaron porque eran demasiado caras. Trump es culpado por los recortes y a su vez culpa a Biden: “el sistema es el de Biden, no es nuestro sistema”. Después matizó: “Pero yo tampoco echaría la culpa a Biden. Es una catástrofe de las que ocurre una vez cada cien años, es horrible para todo el mundo”. Tras culpar a su antecesor lo exculpa para exculparse a sí mismo.
En la web del campamento cristiano se escribe: “Oramos constantemente por ellos. Les pedimos que sigan orando... Que el Señor siga envolviéndonos con su presencia”. Siendo creyente, en lo que a la teodicea (justificación de Dios ante el problema del mal) se refiere, me siento más cerca –por ir a las fuentes modernas– de Voltaire que de Leibniz. El segundo publicó en 1710 Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. Voltaire le respondió en 1756, tras el devastador terremoto, con el Poema sobre el desastre de Lisboa: “Filósofos engañados que gritan: ‘Todo está bien’, / ¡vengan y contemplen estas ruinas espantosas! / Esos restos, esos despojos / esas mujeres, esos niños, uno sobre otro, apilados, / debajo de esos mármoles rotos, esos miembros diseminados… / ¿Dirán ustedes: ‘¿Es el efecto de las eternas leyes que, de un Dios libre y bueno, necesitan la decisión’? / ¿Dirán ustedes, al ver ese montón de víctimas: / ‘Dios se ha vengado; su muerte paga sus crímenes?’ / ¿Qué crimen, qué culpa cometieron esos niños…?”. Solo el salmo 22, oración desde el abismo y el abandono, puede responder.
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