El abundante aceite que llegaba a Roma desde la magnífica estructura portuaria de Híspalis, proveniente en buena medida de los olivares del Aljarafe, tenía una importancia crucial para el Imperio. La urbe hispalense era uno de sus principales proveedores, lo cual queda atestiguado por el elevado número de sus ánforas olearias que permanecen en el Monte Testaccio de la capital italiana, colina formada por la acumulación de restos de unos cincuenta millones de estos cántaros de barro destinados al transporte de diversos productos.
El Postigo del Aceite de la antigua muralla de origen andalusí se sitúa en la confluencia de las calles Almirantazgo y Dos de Mayo, habiendo recibido en principio el nombre de bab al-Qatai o “puerta de barcos”. Aparece por primera vez como del Aceite en un documento de 1345 por ser su punto de entrada primordial, conociéndose también como de la Aceituna o de las Atarazanas. Mostraba dos torres que serían refundidas en el siglo XVI como consta en una lápida pétrea de la portada interior junto a un escudo de armas de la villa atribuido a Juan Bautista Vázquez el Viejo, el más antiguo de la ciudad. Adosada al arco se halla la capillita de la Hermandad de la Pura y Limpia, conteniendo una talla dieciochesca de la Inmaculada Concepción que es heredera de una pintura mariana sobre retablo de gran veneración popular, espacio que había servido antes como despacho de los diputados del aceite. Un retablo con las imágenes de la Virgen de la Piedad y el Cristo de la Misericordia de la Hermandad del Baratillo se instala en el siglo XX en el muro de las Atarazanas contiguo al Postigo.
La calle Tomás de Ibarra discurre entre Almirantazgo y Adolfo Rodríguez Jurado. Su primer nombre documentado (1345) corresponde al de Vitoria y toma después el prosaico título de Cuernos, ambos de origen incierto. Desde 1700 se conocería como calle del Aceite y así consta en el Plano de Olavide debido a los almacenes oleícolas que ahí radicaban, y en 1868 es rotulada de la Aduana por el edificio que acoge después a la Delegación de Hacienda. En 1918 recibe la rotulación actual en honor de Tomás de Ibarra y González, gran benefactor de la Catedral y el Hermano Mayor de El Silencio que llevó los azahares de Tomares al palio de la hermosa Virgen de la Concepción. Aníbal Gónzalez diseñaría una de sus casas en un bello neomudéjar, en la cual radicaba el bar El Barril. Aunque nacido en la cercana calle Güines, el cantautor de sevillanas Francisco de Asís Palacios El Pali vive hasta su muerte en otra de sus casas; el “Trovador de Sevilla” permanece sentado en la estatua de bronce que se levanta en la plazuela final, llamada antaño de la Casa de la Moneda, con la misma postura flamenca que le veíamos a la puerta de su vivienda cuando le saludábamos al pasar. “No llores Sevilla mía,/ no llores Giralda guapa,/ no llores Torre del Oro,/ que te voy a hacer un río nuevo/ con lágrimas de mis ojos” (Sevilla de mi niñez, El Pali).