“Me llamaba maricón mientras me reventaba la cabeza”
Sucesos
El joven de 30 años ha presentado una denuncia tras el ataque por el que recibió once puntos de sutura tras ser agredido a la salida de un pub el día de la marcha del Orgullo
Trasladado al hospital un conductor de un camión tras un accidente en la A-316, Alcaudete
Juan Armenteros nunca imaginó que la celebración del Orgullo acabaría con once grapas en la cabeza, una lesión en la vejiga, contusiones en la cara, cuello y oído, y un trauma difícil de describir. Lo que empezó como un día de reivindicación y libertad, terminó en una agresión homófoba, según su relato.
Pese a llevar meses sin salir, decidió armarse de valor con su bandera arcoiris, símbolo de libertad y orgullo personal. “Para mí, es un día en el que hay que salir sí o sí”, manifiesta a Jaén Hoy. Lo que no imaginaba es que su presencia fuera a desencadenar una espiral de violencia.
Tras disfrutar del pregón, Armenteros se desplazó a un pub del Bulevar, donde proseguía la fiesta, y empezó a hablar con algunas personas. Al pasar un rato allí, quiso fumarse un cigarro. Sin embargo, se dio cuenta de que no llevaba mechero y se dirigió a una chica. “Estaba hablando tranquilamente cuando me acerqué a pedirle fuego. Fue entonces cuando un grupo me rechazó de malas formas, pero no me alteré”, explica.
El ambiente se tensó poco después, cuando uno de los chicos del grupo empezó a increparle agresivamente ya fuera del local, en torno a las seis de la mañana, justo antes de irse a su casa. Armenteros intentó quitarle hierro, pero, tras el primer encuentro, decidió poner límites: “Le dije que era la segunda vez que me llamaba la atención en un pub donde estábamos todos los que habíamos acudido al orgullo, que lo mismo era él quien se tenía que hacer una pregunta”. Entonces llegaron los primeros golpes. “En el momento que yo dije eso, me pegó dos guantazos y el amigo remató. Me decían que me habían avisado. No entendía nada”, asegura.
Mientras los agresores se marchaban, Armenteros, quien se encontraba grabando toda la situación, comenzó a gritar auxilio y llamar a voces a la policía. En ese instante, un tercer hombre que pasaba con su pareja y sus dos hijos, completamente ajeno a la primera escena, empezó a insultarle y a decirle que "siempre montan el espectáculo los mismos". El joven de 30 años respondió bastante alterado y con miedo, lo que provocó que se abalanzase sobre él. "Se tiró encima de mí, me tumbó al suelo y me empezó a pegar puñetazos. Su mujer le gritaba que parara. Yo me bloqueé y no supe reaccionar. Me empezó a machacar la cabeza contra el suelo mientras me gritaba 'maricón'. Los hijos lloraban, rogándole a su padre que se detuviera", sostiene.
Por suerte para él, un testigo intervino: “Estaba yo ensangrentado en el suelo, el agresor gritándole a su mujer que se metiera en el coche después de empujarla y me dieron la razón”. La policía acudió apenas unos minutos después: “Les dije que quería denunciar, pero estaba en shock y solo quería descansar”. Armenteros fue acompañado por la patrulla hasta al hospital y descubrió múltiples lesiones, que fueron mostrando síntomas a lo largo del fin de semana. “Me mareaba, no podía ni estar de pie. Acabé yendo tres veces a urgencias, me había lesionado hasta la vejiga”, afirma.
Al presentar la denuncia el domingo en Jaén, el agente se sorprendió: el agresor ya había protagonizado otra pelea esa misma noche. “El policía me preguntó que de qué equipo era y le dije que no entendía la pregunta. Me respondió que ese mismo hombre tenía dos partes abiertos de la misma noche. A las tres de la mañana se estaba peleando en la puerta de la discoteca y a las seis me reventó la cabeza a mí. ¿Qué buscaba?”, confiesa el joven.
La historia de Juan no es solo una denuncia personal, sino un grito colectivo. Con el rostro aún herido y once grapas en la cabeza, este joven de Los Villares no se esconde y lanza un mensaje claro: "Ser nosotros mismos no puede costarnos la salud o la vida". "A Jaén le hace falta todavía muchísima visibilidad. No puede ser que terminemos en un rinconcito, cuando estamos en casi todas las casas. Todos tenemos que remar porque hay muchísimo de todo", revela.
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