¿Qué fue de las farolas decimonónicas ubicadas en la plaza de Santa María?
PATRIMONIO
Estos elementos ornamentales frente a la catedral de Jaén terminaron desapareciendo en las continuas reformas de este espacio para ser reubicadas en otros puntos de la ciudad
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A menudo nuestra historia se diluye con el paso del tiempo y los cambios que percibimos a nuestro alrededor parecen realmente insignificantes con respecto a la propia celeridad con que corre el reloj vital. Si acaso, las fotografías se antojan hoy un remedio inconmensurable para rescatar tiempos pretéritos en los que la ciudad se mostraba distinta. Muchas son las cosas que han podido cambiar en el último siglo: la lista de edificios emblemáticos desaparecidos en la capital jiennense es tal que sobrecoge. Al margen de todos ellos, la plaza de Santa María ofrece hoy un aspecto que depura en modernismo su vetusta historia.
Este espacio diáfano, tanto que ni las raíces de un tímido arbusto osan arraigar bajo sus losas de granito, puede presumir de ser el centro mismo de Jaén. Su extensa lonja ha debido ser testigo fiel de numerosos acontecimientos históricos y probablemente muchos de ellos puedan etiquetarse como los más importantes de estos 1.200 años como capital. Sea como fuere, a uno y otro lado alberga aún la sede del poder civil y religioso de la ciudad.
Más allá de las polémicas reformas ejercidas en las últimas décadas sobre su suelo, es evidente que esta plaza de eminente paso para los jiennenses ha sido intervenida en incontables ocasiones. Así mismo lo demuestran las instantáneas conservadas en blanco y negro de la misma, donde se adivinan árboles que ya no existen, bancos, fuentes de diversas tipologías e incluso unas farolas dignas del Siglo de Oro español.
La historia de tres farolas
En realidad, la factura de estas hermosas luminarias es posterior. Según mencionan las actas capitulares locales eran tres, de hierro fundido y con un cuidado diseño. Resulta realmente llamativo comprobar que apenas existen capturas donde aparezca recogido por una cámara este conjunto y su ubicación exacta, si acaso se aprecia tan solo una de ellas en el centro mismo de la antigua plaza, justo frente a la catedral y opuesta a la actual calle Obispo González.
Estas imponentes farolas formaban parte de una estética decimonónica con la idea de complementar la arquitectura de la propia catedral, así como los edificios que se asientan frente a ella: la Casa Consistorial, en otro tiempo el palacio del duque de Montemar, y el Palacio Episcopal. Su estructura parte básicamente de un pedestal desde donde se alza un trípode con cuatro puntos de luz en sendos brazos, con el central más alto.
Si algo llama la atención de su labrado son las figuras antropomórficas y fantásticas que se encuentran labradas alrededor de su base, muy del gusto de la época. Además, según recoge Francisco Miguel Merino en su portal Red Jaén a través de testimonios orales, "dichas esfinges causaron furor cuando estaban en la plaza de Santa María durante los años de moral represiva". Sin embargo, ni siquiera su impronta más o menos conciliadora ayudaron a evitar su permanente exilio.
Un nuevo paradero
Casi de manera afortunada podría decirse que el destierro de estas farolas no acabó con su irreparable destrucción. De una forma u otra los jiennenses pudieron seguir disfrutando de ellas en una nueva ubicación que, sin lugar a dudas, acabó por darles un resultado "menos portentoso". Una de ellas ya se aprecia en las fotografías en blanco y negro de la plaza de La Magdalena, por lo que debemos de suponer que su traslado se efectuarían a principios del siglo pasado.
Puede parecer un movimiento de justicia que este elemento fuese a parar a uno de los rincones con más historia de Jaén, quizá, para más inri, el origen de la misma. Su estampa en el centro de este espacio resiste todavía frente al raudal y el lagarto que forjaron la leyenda más conocida de la ciudad. Y, a pesar de ello, su historia pasa desapercibida para la mayoría de vecinos de la zona o los turistas que se dejan caer por su entorno.
En cuanto a otra de las componentes de esta tríada, podemos decir que también se levanta hoy sobre un enclave histórico: la plaza de San Agustín. Esta recoleta glorieta del casco antiguo sitúa a pie de calle su magnífica forja, donde los viandantes pueden leer una curiosa inscripción que fecha su origen: "Pérez Hermanos. San Antonio. 1896". Igualmente, su colocación bajo la arboleda hace que apenas destaque del resto del mobiliario urbano.
La tercera, ¿desaparecida?
Como no hay dos sin tres, la historia de las farolas culmina con la ciencia más antigua de la humanidad: la rumorología. Poco o nada se sabe del paradero de la tercera de estas tres obras, quizá la de mayor envergadura teniendo en cuenta las fotografías. En diversas ocasiones, las redes sociales se han hecho eco de su ausencia en el callejero jiennense y han apuntado de manera directa a una causa clara. Los usuarios hablan de que "podría encontrarse en un chalet privado".
De ser cierta o no esta convicción, su posesión en manos privadas es hoy sinónimo de pérdida para el patrimonio de Jaén. Puede que su luz siga emanando con cierta timidez allá donde se encuentre, a la espera de reencontrarse algún día con sus hermanas, aquellas que otrora flanqueasen la joya arquitectónica más importante de la capital.
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