Jaén, la calle más bonita en la capital más alta del mundo

Ni siquiera el más internacional de los jiennenses habría imaginado nunca ver el nombre de su ciudad repartido por el mundo. A saber, existen otras dos ciudades repartidas por dos continentes diferentes que hoy ostentan un mismo topónimo. Sin embargo, no se trata de la única huella que dejasen nuestros antepasados en su vuelta por el globo terráqueo. Como si de Willy Fog se tratase, este nombre resuena en nacionalidades tan dispares como permite el propio mapa.

Puede resultar realmente llamativo conocer el hecho de que la denominada calle Jaén está considerada la vía más atractiva de una de las ciudades más pobladas de Bolivia. En concreto, hablamos de su capital administrativa, La Paz, precisamente la más alta del mundo. En una sencilla búsqueda online podemos comprobar que este lugar de algo más de 755.000 habitantes esconde en su callejero una referencia a la capital del Santo Reino.

A pesar de su extensión de apenas un centenar de metros está considerada una arteria colonial de aspecto pintoresco y recomendable visita para los turistas. De hecho, fue conocida en el siglo XVI por ser un mercado de compraventa de camélidos, aunque la actualidad constituye todo un centro cultural. En su longitud alberga el Museo Costumbrista Juan de Vargas, el Museo de Metales Preciosos, el Museo Litoral Boliviano, el Museo de Instrumentos Musicales y la casa de Pedro Domingo Murillo, entre otros edificios emblemáticos.

Del color a las sombras

La calle Jaén alberga también varios bares y cafés en sus particulares edificaciones con balcones y suelo empedrado, una estética colonial que le ha valido su etiqueta como una de las vías más atractivas de la urbe paceña. También la paleta de colores de sus fachadas destaca notablemente con respecto al resto de la ciudad. "Encontré esta calle fotogénica por casualidad, donde el color está en todas partes", reseña un usuario en el portal TripAdvisor.

Sin embargo, al caer la luz renacen las leyendas que esconden sus rincones más oscuros, tanto que en la nocturnidad los transeúntes evitan su paso. "Si lo veis de día el lugar es muy pintoresco, pese a la sangre que se derramó por parte de los combatientes y héroes nacionales que allí vivían", explica Leticia Gómez en su blog 'Aprendizaje Viajero'. Al parecer, la calle Jaén es también conocida por sus duendes y fantasmas. "Dicen que cuando uno sube por la noche a veces se le aparece un hombre y empieza a conversar".

Entre los sonidos de cadenas y voces que parecen no proceder de ninguna parte decidió colocarse tiempo atrás una Cruz Verde al inicio de esta vía para, de alguna forma, dar descanso eterno a estas almas. No obstante, son numerosos los portales online que siguen hablando de personajes volubles como una viuda descalza y otros misterios dignos de una antología de terror.

Apolinar Jaén

Lo cierto es que el origen de su nombre no se debe realmente a un homenaje a nuestra tierra, al menos no de manera directa. La denominación completa de la misma responde a Apolinar Jaén, un reputado partícipe de la revolución del 16 de julio que marcó la independencia de la región. No obstante, es probable que su apellido se deba a la época de dominación de la corona española, aunque esta es una tarea que corresponde a los historiadores.

Sea como fuere, los paceños conviven con su historia en esta calleja de renombre que sorprende tanto a propios como visitantes. Gracias a las tecnologías, además, cualquier de nosotros puede darse un paseo de arriba a abajo con absoluta tranquilidad. Eso sí, lejos de los temibles fantasmas que asolan sus paredes.